jueves, 20 de septiembre de 2007

Hate me...

Las grandes gotas de agua caían repetitivamente en la acera, mientras que en su ventana golpeaban con fuerza, demostrando el cambio drástico que había sufrido el tiempo. Suspiró irritado. Odiaba los días de lluvia desde pequeño, y más aun cuando en su adolescencia un mismo día de lluvia como ese le había robado a su único amor. Aunque, claramente, ella ni siquiera lo sabía.
Se estiró en su cama y bostezó. Tenía la intención de dormir, aunque las gotas no lo dejaran hacerlo…

- tal vez es una señal – se dijo a sí mismo, mientras peinaba su cabello castaño sin saber por qué. Al fin y al cabo, nunca le traía muchos problemas ese tipo de tiempo y su día en la liga como maestro eléctrico había sido lo suficiente agitado como para regresar a casa y dormirse en un instante.

Se levanto de su cama, dirigiéndose a la cocina a paso lento. Cuando estaba preparándose un poco de té, el sonido de un golpe en la puerta lo sobresaltó. El llamado era desesperado y algo alarmante. Sintió que algo malo había ocurrido inmediatamente.

- quien es? – preguntó desde la entrada, luego de corroborar que eran las dos de la madrugada.
- mis… - susurró una voz femenina, lo que extraño al joven de ojos azulados. Una mujer no podía llamar de aquella forma.
- quien es, responda! – preguntó otra vez para estar seguro. Su voz grabe recorrió cada lugar del departamento y se perdió entre el sonido del aguacero. Pasaron unos segundos antes de que una voz herida y desesperada respondiera, produciéndole escalofríos.
- MISTY! –



Observaba la pequeña figura femenina desde la cocina. Envuelta con una toalla, calada y temblando de frío parecía más vulnerable de como usualmente se mostraba. Pero que había pasado? Por qué traían consigo las maletas de su viaje a Hoenn? Por qué no estaba el estúpido de Ash a su lado, consolándola como le correspondía??
Deseaba saber las respuestas a esas preguntas que atacaban su cabeza. Pero debía reconocer que, muy en el fondo, agradecía la presencia de la pelirroja en su departamento. Eso significaba que confiaba en él plenamente.
El pitillo de la tetera llamó su atención de inmediato, debía abrigar el cuerpo de la muchacha antes de que se resfriara y lo mejor para cumplir su objetivo era un dulce té de Ceilán. Cuando entró al living, notó como la pelirroja se asomaba por el amplio ventanal y observaba la lluvia con una melancólica mirada. Con las luces apagadas y resaltada su figura sólo con el alumbrado de las calles, provocaba un efecto fantasmal pero hermoso en la chica.

- no te ha dejado de gustar, verdad? – dijo el castaño, llamando la atención de la chica. Su mirada ahora era sombría y las lágrimas ya habían desaparecido de sus pálidas mejillas. Le sonrió, aunque no naturalmente si no por cortesía.
- sí, me encanta todo lo que tiene que ver con el agua – la chica volvió su vista hacia fuera, disfrutando cada gota que chocaba en la ventana.
- como desde que te conozco – susurró el chico, mientras se acercaba a Misty. Al parecer ella no se había percatado de su comentario.
- dijiste algo Richie? – inquirió aun sin volver a verle.
- no – respondió de inmediato, luego le ofreció la taza humeante que contenía el líquido. – ten –
- gracias Rich – respondió la muchacha, recibiendo la taza y chocando con la punta de sus dedos por casualidad.
- que sucedió Mist – preguntó el muchacho enseguida. Una de sus características principales era lo directo que podía ser sobre lo que quería saber. La chica suspiró cansada y respiró profundamente una par de veces antes de responder. Parecía que no deseaba volver a llorar por lo sucedido.
- encontré a Ash… - dijo con dificultad, mientras el tono de su voz se volvía cada vez más frío – encontré a Ash en el dormitorio del departamento… con otra mujer… - y la voz de la chica se quebró. De inmediato su amigo la atrajo a su cuerpo masculino en un abrazo fuerte, tratando de expresar con ese gesto todo lo que pensaba y sentía.
- no te preocupes Mist… - susurró mientras apoyaba su mejilla en la cabeza de la muchacha, sintiendo el dulce perfume que emanaba cada hebra de su cabello de fuego. – él será el estúpido que te perderá, ya verás que encontrarás a alguien que te quiera de verdad y te de el lugar que mereces –
- graci… gracias… - sollozó la muchacha débilmente.

Y así se quedaron todo el resto de la noche, hasta que los ojos verde azulados de la muchacha se cerraron y se durmió en los brazos de su amigo. Richie la llevó hasta la habitación de huéspedes, donde la acostó y la arropó con cariño. Tuvo que manejar hábilmente sus emociones, o si no su carácter impulsivo le hubiera obligado a besarla en ese mismo instante; pero no era el momento ni la ocasión, ahora sólo debía hacer una cosa.

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martes, 18 de septiembre de 2007

My Teacher/ Cap. I ... Esc. III

- lo siento señor!! – suplicó inclinada en reverencia, sin ver a quien le hablaba. Apenas sintió como se abría la puerta, había escondido su mirada de los ojos del director Oak. Sabía que el no aceptaría su atraso en el primer día, era una persona muy estricta. – le juro que no volverá a ocurrir -
- señorita Waterflower! – Exclamó una voz juvenil, algo risueña – tan temprano y por aquí? –
- Profesor Gary? – la chica alzó la vista sorprendida, al escuchar una voz masculina que había reemplazado a la molesta voz que siempre utilizaba con ella el director. No era una mala alumna, pero generalmente llegaba atrasada a clases y terminaba siempre en el despacho del director. Por suerte, parecía que su más temido profesor no se encontraba, siendo reemplazado por su sobrino.
- pase señorita y dígame que sucede – dijo el castaño, mientras le ofrecía el asiento que estaba frente al suyo. – es lo de siempre? – la chica se sonrojó levemente, parecía que ya tenía ese defecto como característica frente a sus docentes.
- si señor – respondió algo nerviosa – pero lo juro que no volveré a hacerlo – le suplicó. El castaño le sonrió dulcemente, esa niña en cuerpo de adolescente era su alumna favorita, siempre muy animada y atenta en sus clases sobre estudios pokémon. Parecía que le interesaba mucho el tema.
- esta bien señorita… pero que sea la primera y última vez. Recuerda que el director llegara en unos días más –
- si, gracias profesor – dijo antes de salir por la puerta, con una sonrisa.

- uf! Te salvaste Misty – se dijo a si misma con una sonrisa, mientras apoyaba su mano en su pecho y cerraba los ojos aliviada. – Ahora debo ir a buscar a Togepi - Salió del edificio, llegando hasta el patio del instituto. Observó el espacio con algo de alegría, hace mucho que no veía a sus compañeros ya que la mayoría vivía en otras regiones y se cambiaban sólo para los días de clases. Pero también debía reconocer que lo que más extrañaba era a una persona en particular.
- Misty? – una voz masculina, pero dulce la había devuelto a la realidad. Un chico de cabello castaño y unos hermosos y cristalinos ojos azules la observaba con asombro y con una gran sonrisa.
- Richie! – dijo emocionada la muchacha. No podía creer como sus pensamientos habían traído a esa persona que había extrañado por dos largos meses.
- veo que ni siquiera en el primer día puedes llegar temprano – le dijo con una pequeña risa. La muchacha se sonrojó levemente por el comentario.
- que malo eres! – le regaño, actuadamente. – Suficiente tengo con los castigos que me dan, para que lo recalques – El chico permanecía riéndose con ganas. Risas que detuvo inmediatamente al encontrarse con los ojos cerrados de la chica, demostrando su molestia. Se acercó lentamente y la abrazó, simplemente por un impulso. Notó como los músculos de la chica parecían contraerse con el acto, de igual forma no quería soltarla.
- no sabes lo mucho que te extrañe - le susurró. La chica parecía asimilar las palabras lentamente, no sabía si lo que estaba ocurriendo era verdad o era producto de su cruel imaginación. Cuando pareció calmarse, respondió nerviosa al gesto.
- gra… gracias Rich – titubeó sonrojada y nerviosa – yo… yo también… te… te extrañe… - finalizó. El chico la soltó y sonrió al notar sus mejillas rojas.
- bien Mist, será mejor que vuelva a la clase – se disculpó el muchacho - o si no, no me creerán que fui simplemente al baño – la chica rió suavemente, liberando su nerviosismo.
- nos vemos Rich! – se despidió la pelirroja, mientras el chico corría al interior del edificio.
- Claro! – le respondió, mientras que con el brazo extendido se despedía de ella – en el electivo de entrenamiento – luego desapareció a la vista de la pelinaranja.
- a si que vas a estar allí – se susurró la muchacha para sí, agradeciendo que hubiera elegido ese ramo el año anterior.

Caminó hacia un árbol cercano mirando al cielo y por fin disfrutando el hermoso día soleado, que bañaba con sus rayos toda la escuela. Sonrió feliz, mientras sentía como la brisa jugaba con su corto cabello. Apoyado en el árbol se encontraba su bicicleta y en su canastillo, un pequeño huevo permanecía en el mundo de los sueños. La pelirroja acomodó su cabello suelto y despeinado en una pequeña coleta al lado derecho de su cabeza, después cogió al pokémon entre sus brazos.

- Togepi! es hora de despertar – susurró, mientras mecía suavemente a la criatura. Esta abrió sus ojos con lentitud mientras bostezaba – buenos días -
- priii – dijo en su idioma, con voz somnolienta.
- bien Togepi, es hora de desayunar – sacó de su mochila una pequeña bolsa sellada. En su interior había unas bolitas café que se identificaban como comida pokémon. Tomó una, para luego dársela en la boca. El pequeño las recibió feliz. – creo que ha servido la clase de cuidados pokémon, no? –
- pri!!! – la chica sonrió al notar como su pokémon no escapaba de la comida, era lo que antiguamente hacía. Siguió dándole de comer, cuando escuchó el timbre indicando el cambio de hora.
- creo que me demoré más de lo que pensaba – una idea cruzó su cabeza – me pregunto… quien será nuestro nuevo profesor… -

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Hate me... Capítulo I

Veía como la fría noche invernal transcurría, me parecía lenta y amenazante, con sus fuertes ráfagas de viento que arrastraba las pocas hojas que permanecían valientes en las copas de los árboles; y las tristes calles vacías, que rodeadas de tonos oscuros, atormentaban mi conciencia.
Vanesa seguía dormida en mi cama. Sus oscuros cabellos castaños resaltaban claramente en las blancas sábanas de seda, y estas mismas delineaban su figura juvenil sensualmente.

- Y eran esas mismas sábanas las que habían cubierto a Misty, y esa misma cama había soportado a nuestros cuerpos temblorosos en la primera vez que nos descubríamos…-

Suspiré angustiado. Sentía un odio hacia mi mismo tan fuerte que sólo podría ser comparado con la repugnancia. Y como no sentirlo, si había engañado a la mujer que amaba por una simple pasión terrenal y vacía, casi efímera y estúpida. La dulce voz de Vanesa me regreso a la realidad inmediatamente. Pude notar, con algo de dificultad por la falta de luz, como abría sus ojos grises perezosamente y se dibujaba una natural sonrisa en sus labios al notar mi mirada serena sobre la de ella. Seguramente no había notado la pesadez y tristeza que sentía por su presencia. Era cierto que ella no tenía la culpa, sabía que era totalmente mi responsabilidad todo lo que había sucedido… Al fin y al cabo yo la había invitado, yo había comprado el Cabernet Sauvignon de la cosecha de 1943 y había arreglado una hermosa mesa en mi departamento… el mismo que compartía con mi dulce pelirroja…

- sucede algo Ash? – me preguntó preocupada la muchacha
- no, nada – le respondí enseguida con una sonrisa, muy bien actuada ya que su expresión se calmó de inmediato.
- gracias Ash – me sonrió, mientras apoyaba su rostro en una almohada. Su cabello se pegaba a su rostro sudoroso y sonrosado – gracias por esta gran noche –
- de… nada - titubeé nervioso. Como no había pensado antes que ella tal vez terminaría queriendo algo más que un simple encuentro casual?
- porque no te acercas un poco? – me incitó sensualmente, mientras mordía su labio inferior.

Me acerque a ella con una sola intención: Terminar esto de una sola vez Si Misty no se enteraba de lo que había ocurrido, podría seguir con ella como si nada. Al fin y al cabo, yo esperaba que regresara de su viaje de trabajo en tres días más, lo suficiente para alejar a la castaña de nuestras vidas. Pero cuando me encontré cerca de ella, colocó una de sus manos en mi torso desnudo mientras que con la otra acercaba mi rostro rápidamente a su boca, dejando caer la sabana que cubría su cuerpo desnudo. Antes que me diera cuenta yacía sobre ella besándola y viendo a la persona que extrañaba con locura hace más de un mes, viendo sus ojos cristalinos y sintiendo su aroma dulce de lilas. Lo que sucedió luego lo recuerdo vagamente, no sé si se debe por la rapidez de los hechos o por mi vergüenza, que bloquea todo pensamiento sobre esa noche.
Sólo se que me encontraba besando a aquella muchacha apasionadamente, con la clara intención de repetir el acto que antes habíamos consumado. En ese momento, una cegadora luz interrumpió abruptamente el íntimo ambiente que habíamos logrado y fue en ese instante cuando caí en la cuenta que la muchacha a la cual besaba no era Misty, ya que ella estaba mirando atónita en la puerta …
Apenas nos vio, salió de la habitación a grandes pasos y silenciosa. Yo sólo atine salir de la cama para seguirla, por suerte llevaba puesto mis jeans ya que mi torso estaba totalmente desnudo.

- espera Misty!! – le grité desesperado, sólo la idea de perderla me parecía horriblemente dolorosa – puedo explicarlo!! - exclamé impulsivamente, mientras cogía su muñeca con fuerza para lograr que me observara.
- explicarme que?! – me respondió enojada y, aunque lo escondía, triste. Sus ojos habían perdido toda calidez, siendo fríos y oscuros como el mar en medianoche. – acaso me vas a decir que ella te obligó?? - debo reconocer que no tenía explicación, sólo quería evitar su partida – no seas hipócrita Ash! – me dijo irónicamente, dañándome más de lo que, creo, pensaba. Volvió a caminar rumbo a la sala, donde tenía sus maletas que la habían acompañado en el largo viaje. Volví a cogerla de la mano con fuerza, no permitiría que se escapara de mí tan fácilmente.
- Mist, por favor… - suplique con tristeza, preparado para soportar nuevamente su mirada de hielo. Pero a lo que no estaba preparado era al fuerte golpe que me dio con su mano derecha. Al fin y al cabo, era la primera vez que me abofeteaba y sabía que lo merecía.
- ten dignidad – me dijo fríamente, en su voz no había tristeza si no odio… profundo odio hacia mi… - y por respeto a esa chica, deja de seguirme –
- yo no voy a perderte – le dije al coger su mano nuevamente. Mi terquedad no permitía que me diera por vencido tan fácilmente - yo te amo – y creo que esa frase sonó falsa en mi boca, lo que provocó la ira que contenía con gran habilidad. Se dio la vuelta y con su puño cerrado golpeo mi rostro. Y allí, espere con mi mirada baja que ella se fuera. … supe que la había perdido para siempre …

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