viernes, 5 de diciembre de 2008

Hate me

notas previas: esta escena se sitúa cuatro años después de la anterior, disfrutenla =)


- señor Ketchum! – sentí la voz de mi nueva secretaria que me llamaba con urgencia, debí detenerme y voltearme hacia ella. Sus pasos pequeños y rápidos retumbaron por todo el pasillo, a la vez que sus caderas se mecían con suavidad. Debí controlar mis hormonas para poder concentrarme en lo que decía y no en su cuerpo menudo ni en sus labios turgentes. – Recuerde que hoy debe presentarse a una cena – señaló la muchacha mientras me pestañeaba suavemente y se acariciaba con lentitud un mechón grisáceo, seguramente conciente de todas sus armas de seducción. Por mi parte levante mi mirada en busca de algo que no fuera del sexo femenino. Ella era la segunda secretaria que contrataba sólo en esta semana y no tenía la intención de emplear a otra más, por lo menos en ese mes. – señor? – me inquirió con suavidad al notar que mi atención estaba en otro lugar. Debí, para mi malestar, devolverle la mirada, encontrándome con sus grandes ojos dorados que suplicaban silenciosamente por algo de interés, con sus labios que permanecían apretados con sensualidad. Me quede observándola en silencio, mientras mis labios se abrían sin que lo quisiera… el deseo me estaba dominando muy rápidamente… - señor? … se… mmm… - y guiado por mis impulsos tome esa boca con urgencia y algo de violencia, guié a la nueva chica hasta mi oficina sin dejar de besarla, mientras soltaba el amarre de mi corbata y trataba de quitarme el incómodo saco. Seguramente las miradas atónitas de las personas que visitaban el piso y las miradas cansadas de los funcionarios, siguieron toda la travesía. Cuando llegamos por fin a la gran habitación la deposite en el sofá negro que estaba a un costado y me dispuse a hacer lo que hacía con toda mujer, la utilicé pata calmar mi deseo carnal…

- a que cena te referías en la tarde? – le inquirí con voz fría mientras abrochaba algunos botones de la camisa que antes ocupaba. Ésta estaba tan arrugada como todas las otras ropas que había traído a lo largo del día. Por mi gran ventanal, que tenía sus persianas a medio cerrar, se divisaban las diversas luces de la ciudad y el cielo, que se había cubierto con un oscuro manto de estrellas.
- el señor me mando a decirle que debía presentarse a las diez en el restaurant “Kadabra fusión” – me contestó en un susurró con una triste voz. La miré por el rabillo del ojo y descubrí que su mirada permanecía perdida, y sus mejillas estaban húmedas por algunas lágrimas.
- gracias – dije con el mismo tono, mientras me colocaba los zapatos y me decidía a salir de mi oficina. Lo cierto era que aquella chica – que cuyo nombre no lo recuerdo – no me causaba el mínimo sentimiento de culpabilidad, al fin y al cabo ella sabía perfectamente en que y con quién se estaba involucrando. – Tengo otro aviso que darte – proseguí con mi frase, volteándome para hablarle directamente. Por un momento me reflejé en sus ojos y no logré reconocerme. – Mañana ven a buscar tus cosas, estás despedida – sentencie ante la estupefacta mirada dorada, para luego salir de mi oficina con paso rápido. Debía ir a mi departamento, bañarme y alistarme para le cena; me quedaban sólo una hora.

Llegué al estacionamiento de aquel dichoso restaurant y me di la libertad de estirar mi cuerpo con fuerza, sentí como mis vertebras acomodaban su posición original y mejoraban un poco mi estado físico. Un bostezo nació de mis labios revelando mi falta de sueño y mi cansancio, que había aumentado con la dura actividad que había realizado en momentos atrás. Por suerte Lance me había llamado, seguro de que aquella secretaria no me daría la información necesaria para la cita de aquella noche, y me indicó todos los pasos que debía realizar. Por lo que me había comentado, deduje que mi participación era para apoyar a un investigador que buscaba crear un acuario para pokémons dañados. Y para llevar a cabo el proyecto, teníamos que convencer a un grupo de empresarios y accionistas que darían el pie inicial.
- una tarea fácil – me dije a mi mismo, mientras salía de mi convertible negro y tomaba el saco que descansaba en el asiento del copiloto. Caminé hasta la puerta principal del aquel exquisito local, caracterizado por su comida de categoría y sus elevados precios; a la vez que me acomodaba la chaqueta en mi torso y arreglaba cualquier imperfección. Inconscientemente guié mi mirada almendrada al reloj que adornaba mi muñeca derecha, quince minutos más e iniciaría la reunión.

- cuatro horas más y se cumplirán cuatro años -

Ante aquel pensamiento, que mi mente había expresado sin mi mínimo consentimiento, sacudí fuerte mi cabello azabache. Realmente no me importo que tuviera una entrevista trascendental para aquel investigador misterioso, donde debía presentarme con mi mejor porte; sólo quería olvidarme de aquel detalle. Sin darme cuenta, conducido por mis sentimientos y recuerdos, había arribado inconsciente al lugar de reunión.

- por fin llegas! – me dijo una voz femenina con tono amigable, que me sonó extrañamente natural. – Pensé que no vendrías – completó mientras bajaba lentamente las escaleras de piedra de la entrada. Me vi en la obligación de elevar mi mirada hacia aquella persona, impulsado por mi diplomacia y por un sentimiento de incertidumbre. Cuando encontré por fin a la dueña de aquellas palabras, sentí que mi frágil mundo de indiferencia se derrumbaba. Frente a mí se encontraba como si fuera un verdadero espejismo, la chica que había amado con locura en toda mi adolescencia.
- Misty – alcancé a susurrar atónito con titubeos, mientras observaba detenidamente a mi antigua amiga y sentía la urgente necesidad de salir corriendo de aquel lugar. Pero permanecí valerosamente en mi posición, sólo para permitirme el lujo de disfrutar de su belleza nuevamente; aunque fueran solamente por segundos. Principié mi estudio por sus largas y torneadas piernas, que empezaban con unos zapatos de fino y elegante tacón, para seguir con sus caderas y su exquisita cintura, continué con su abdomen plano y su torso que demostraba claramente su carácter de mujer. Su cuello largo, como si realmente fuera un cisne, estaba cubierto por rojizos mechones de cabello, que al parecer habían aumentado su tono en aquellos años; y sus ojos verdeazulados, que era lo más sobresaliente en aquel perfecto rostro de claro marfil, que me observaban con claro enfado. Por un segundo sentí que el vestido rojo que llevaba estorbaba completamente mi inspección. Espera… enfado?!.
- que tanto miras? - me inquirió con una ceja alzada y claramente enojada. Llevó sus manos a la cintura, a la espera de mi respuesta. La circunstancia era tan sorprendente como ridícula, que no supe realmente que decir.
- a… pues … he… yo… - titubeé perturbado, mientras rascaba mi mejilla nervioso y escapaba de su mirada avergonzado. Creo que por un momento volvió aquel niño que sólo pensaba en viajar y cumplir sus anhelos.
- ASH! – gritó irritada, mientras me fulminaba con sus ojos y se lanzaba contra mí.

Conociéndola como yo lo hacía, se podía asegurar que me llovería miles de insultos y golpes de su parte. Por lo que cerré mis ojos, a la vez que retrocedía, con temor. Pasaron unos segundos agonizantes hasta que sentí el contacto de su cuerpo con el mío. Abrí mis ojos con sorpresa ante la violenta y rápida acción, encontrándome con la cabeza de mi – perdón, de la – pelirroja apoyada en mi pecho, a la vez que enlazaba sus brazos tras mi nuca. Su perfume dulce de lilas parecía circundar todo mi ser, embriagándome involuntariamente; a la vez que sentía la calidez de su cuerpo, de aquel familiar cuerpo, en cada célula de mi piel. Ante aquel delicado abrazo, tan inesperado como apremiante, mi cuerpo respondió sólo con espasmos y mi mente no pareció reaccionar.
La chica permanecía colgada a mí, mientras yo mantenía la misma posición: mis brazos cómodamente ubicados en los costados y mi cuerpo temblando inevitablemente, como el día en que exploré sus labios por primera vez…

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