viernes, 5 de diciembre de 2008

Hate me

notas previas: esta escena se sitúa cuatro años después de la anterior, disfrutenla =)


- señor Ketchum! – sentí la voz de mi nueva secretaria que me llamaba con urgencia, debí detenerme y voltearme hacia ella. Sus pasos pequeños y rápidos retumbaron por todo el pasillo, a la vez que sus caderas se mecían con suavidad. Debí controlar mis hormonas para poder concentrarme en lo que decía y no en su cuerpo menudo ni en sus labios turgentes. – Recuerde que hoy debe presentarse a una cena – señaló la muchacha mientras me pestañeaba suavemente y se acariciaba con lentitud un mechón grisáceo, seguramente conciente de todas sus armas de seducción. Por mi parte levante mi mirada en busca de algo que no fuera del sexo femenino. Ella era la segunda secretaria que contrataba sólo en esta semana y no tenía la intención de emplear a otra más, por lo menos en ese mes. – señor? – me inquirió con suavidad al notar que mi atención estaba en otro lugar. Debí, para mi malestar, devolverle la mirada, encontrándome con sus grandes ojos dorados que suplicaban silenciosamente por algo de interés, con sus labios que permanecían apretados con sensualidad. Me quede observándola en silencio, mientras mis labios se abrían sin que lo quisiera… el deseo me estaba dominando muy rápidamente… - señor? … se… mmm… - y guiado por mis impulsos tome esa boca con urgencia y algo de violencia, guié a la nueva chica hasta mi oficina sin dejar de besarla, mientras soltaba el amarre de mi corbata y trataba de quitarme el incómodo saco. Seguramente las miradas atónitas de las personas que visitaban el piso y las miradas cansadas de los funcionarios, siguieron toda la travesía. Cuando llegamos por fin a la gran habitación la deposite en el sofá negro que estaba a un costado y me dispuse a hacer lo que hacía con toda mujer, la utilicé pata calmar mi deseo carnal…

- a que cena te referías en la tarde? – le inquirí con voz fría mientras abrochaba algunos botones de la camisa que antes ocupaba. Ésta estaba tan arrugada como todas las otras ropas que había traído a lo largo del día. Por mi gran ventanal, que tenía sus persianas a medio cerrar, se divisaban las diversas luces de la ciudad y el cielo, que se había cubierto con un oscuro manto de estrellas.
- el señor me mando a decirle que debía presentarse a las diez en el restaurant “Kadabra fusión” – me contestó en un susurró con una triste voz. La miré por el rabillo del ojo y descubrí que su mirada permanecía perdida, y sus mejillas estaban húmedas por algunas lágrimas.
- gracias – dije con el mismo tono, mientras me colocaba los zapatos y me decidía a salir de mi oficina. Lo cierto era que aquella chica – que cuyo nombre no lo recuerdo – no me causaba el mínimo sentimiento de culpabilidad, al fin y al cabo ella sabía perfectamente en que y con quién se estaba involucrando. – Tengo otro aviso que darte – proseguí con mi frase, volteándome para hablarle directamente. Por un momento me reflejé en sus ojos y no logré reconocerme. – Mañana ven a buscar tus cosas, estás despedida – sentencie ante la estupefacta mirada dorada, para luego salir de mi oficina con paso rápido. Debía ir a mi departamento, bañarme y alistarme para le cena; me quedaban sólo una hora.

Llegué al estacionamiento de aquel dichoso restaurant y me di la libertad de estirar mi cuerpo con fuerza, sentí como mis vertebras acomodaban su posición original y mejoraban un poco mi estado físico. Un bostezo nació de mis labios revelando mi falta de sueño y mi cansancio, que había aumentado con la dura actividad que había realizado en momentos atrás. Por suerte Lance me había llamado, seguro de que aquella secretaria no me daría la información necesaria para la cita de aquella noche, y me indicó todos los pasos que debía realizar. Por lo que me había comentado, deduje que mi participación era para apoyar a un investigador que buscaba crear un acuario para pokémons dañados. Y para llevar a cabo el proyecto, teníamos que convencer a un grupo de empresarios y accionistas que darían el pie inicial.
- una tarea fácil – me dije a mi mismo, mientras salía de mi convertible negro y tomaba el saco que descansaba en el asiento del copiloto. Caminé hasta la puerta principal del aquel exquisito local, caracterizado por su comida de categoría y sus elevados precios; a la vez que me acomodaba la chaqueta en mi torso y arreglaba cualquier imperfección. Inconscientemente guié mi mirada almendrada al reloj que adornaba mi muñeca derecha, quince minutos más e iniciaría la reunión.

- cuatro horas más y se cumplirán cuatro años -

Ante aquel pensamiento, que mi mente había expresado sin mi mínimo consentimiento, sacudí fuerte mi cabello azabache. Realmente no me importo que tuviera una entrevista trascendental para aquel investigador misterioso, donde debía presentarme con mi mejor porte; sólo quería olvidarme de aquel detalle. Sin darme cuenta, conducido por mis sentimientos y recuerdos, había arribado inconsciente al lugar de reunión.

- por fin llegas! – me dijo una voz femenina con tono amigable, que me sonó extrañamente natural. – Pensé que no vendrías – completó mientras bajaba lentamente las escaleras de piedra de la entrada. Me vi en la obligación de elevar mi mirada hacia aquella persona, impulsado por mi diplomacia y por un sentimiento de incertidumbre. Cuando encontré por fin a la dueña de aquellas palabras, sentí que mi frágil mundo de indiferencia se derrumbaba. Frente a mí se encontraba como si fuera un verdadero espejismo, la chica que había amado con locura en toda mi adolescencia.
- Misty – alcancé a susurrar atónito con titubeos, mientras observaba detenidamente a mi antigua amiga y sentía la urgente necesidad de salir corriendo de aquel lugar. Pero permanecí valerosamente en mi posición, sólo para permitirme el lujo de disfrutar de su belleza nuevamente; aunque fueran solamente por segundos. Principié mi estudio por sus largas y torneadas piernas, que empezaban con unos zapatos de fino y elegante tacón, para seguir con sus caderas y su exquisita cintura, continué con su abdomen plano y su torso que demostraba claramente su carácter de mujer. Su cuello largo, como si realmente fuera un cisne, estaba cubierto por rojizos mechones de cabello, que al parecer habían aumentado su tono en aquellos años; y sus ojos verdeazulados, que era lo más sobresaliente en aquel perfecto rostro de claro marfil, que me observaban con claro enfado. Por un segundo sentí que el vestido rojo que llevaba estorbaba completamente mi inspección. Espera… enfado?!.
- que tanto miras? - me inquirió con una ceja alzada y claramente enojada. Llevó sus manos a la cintura, a la espera de mi respuesta. La circunstancia era tan sorprendente como ridícula, que no supe realmente que decir.
- a… pues … he… yo… - titubeé perturbado, mientras rascaba mi mejilla nervioso y escapaba de su mirada avergonzado. Creo que por un momento volvió aquel niño que sólo pensaba en viajar y cumplir sus anhelos.
- ASH! – gritó irritada, mientras me fulminaba con sus ojos y se lanzaba contra mí.

Conociéndola como yo lo hacía, se podía asegurar que me llovería miles de insultos y golpes de su parte. Por lo que cerré mis ojos, a la vez que retrocedía, con temor. Pasaron unos segundos agonizantes hasta que sentí el contacto de su cuerpo con el mío. Abrí mis ojos con sorpresa ante la violenta y rápida acción, encontrándome con la cabeza de mi – perdón, de la – pelirroja apoyada en mi pecho, a la vez que enlazaba sus brazos tras mi nuca. Su perfume dulce de lilas parecía circundar todo mi ser, embriagándome involuntariamente; a la vez que sentía la calidez de su cuerpo, de aquel familiar cuerpo, en cada célula de mi piel. Ante aquel delicado abrazo, tan inesperado como apremiante, mi cuerpo respondió sólo con espasmos y mi mente no pareció reaccionar.
La chica permanecía colgada a mí, mientras yo mantenía la misma posición: mis brazos cómodamente ubicados en los costados y mi cuerpo temblando inevitablemente, como el día en que exploré sus labios por primera vez…

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

domingo, 8 de junio de 2008

Mujer Amante | Prólogo II

La tarde resultó más incómoda aún, pero sólo para los dos amigos ya que sus compañeros de viaje parecían ajenos a la situación. La pelirroja huía de su mirada almendrada en cada momento, y sus encuentros inevitables dentro de la casa en las horas de comida, eran evitados por la muchacha de la forma más sutil pero fácilmente percibidos por el entrenador.
Y la noche cayó con rapidez en las costas de las islas Naranjas. Con ella venía la esperanza para Ash de poder olvidar el altercado del mediodía, con alguna conversación amistosa con May; pero esta no dio el resultado que esperaba…

- Ash… Ash! – exclamó preocupada una castaña, mientras mecía con suavidad el cuerpo de su amigo. Ambos chicos estaban sentados en una banca de la playa, donde antes observaban el reflejo de la Luna en el oscuro mar de noche. Este se sobresalto con la acción, para por fin dirigir su atención a la chica que “suponía” quería. Cuando encontró su reflejo en los calidos ojos azules de May, reconoció la preocupación que sentía por él. – que sucede Ash? Estas muy extraño… - susurró, buscando respuesta. El trigueño se limitó a sonreír.
- nada May! Sólo… estoy un poco cansado – mintió el moreno. Lo cierto era que durante todo el día había estado inmerso en un mar de pensamientos personales, sin siquiera saber porque la confesión de su amiga lo había confundido tanto.
- no me mientas! – señaló con suavidad la muchacha, mientras tomaba el rostro de Ash con sus manos. El muchacho no se preocupo en notar la cercanía del rostro infantil de May, y se dedicó a compararla con la supuesta reacción que tomaría su pelirroja amiga. Una sonrisa imperceptible nació en su rostro. – He sido tu amiga durante dos años y creo ya conocerte – siguió la joven, ahora con un suave tinte carmesí en sus mejillas; debido a la cercanía del masculino rostro del trigueño. – por que no confías en mi y me cuentas?? – El chico la vio por unos segundos con el entrecejo fruncido, desconfiado, para luego suspirar e iniciar su relato.
- has sentido alguna vez… - susurró con tristeza, para luego dirigir su mirada al cielo nocturno. – miedo por alguna decisión que has tomado?? Por realizarla?? – la castaña se inclino lentamente sobre sus piernas para protegerse del frio costero y buscar los ojos almendrados de Ash, que permanecían fijos en el cielo.
- miedo? Todos los días Ash … pero prefiero arriesgarme – aseguró con determinación la castaña, ganándose la atención del morocho nuevamente. Al notar aquel detalle, giró su cabeza de inmediato hacia el mar , provocando que cortos mechones castaños se movieran con gracia. – es decir… como sabes si lo que viene es bueno o malo si no te arriesgas?!! Tal vez pierdas algo que es muy valioso, pero… tal vez ganes algo mejor! – exclamó decidida, mientras abrazaba sus rodillas con fuerza, alentándose a sí misma con esas palabras.
Permanecieron por largos minutos en un cómodo silencio. El moreno reflexionaba sobre aquel consejo, mientras lo relacionaba con la extraña confesión de su amiga. La imagen de la muchacha se apareció en sus pensamientos inevitablemente, especialmente la escena que habían compartido al mediodía. Recordó como sus mejillas se habían coloreado suavemente por el tono carmesí, como sus ojos verdeazulados parecían más profundos por el brillo ansioso que los adornaba, como sus labios estaban rojos y suavemente hinchados por permanecer largo tiempo oprimiéndolos, como su cabello de fuego se pegaba en su rostro de marfil con la ayuda del viento. Debió reconocerse a sí mismo, que era la primera vez que se fijaba en la belleza de su amiga; como si su subconsciente se hubiera encargado de esconder con maestría todo sentimiento fuera de la idea amistad.

- Ash.. Yo – susurró la castaña, avergonzada. Aquella acción desvaneció la imagen que Ash estaba imaginando y éste involuntariamente se enfadó por no poder seguir disfrutándola. – Ash.. Yo.. – y esta vez se vio en la obligación de voltear su rostro hacia May. La muchacha permanecía abrazada a sus rodillas y con sus hombros levemente alzados, como si temiera algo.
- que pasa May? – inquirió en un murmullo, claramente preocupado por la chica. Esta se quedó viéndolo en silencio, sus ojos brillaban con tal intensidad que el morocho llegó a pensar que lloraría y sus labios, fuertemente apretados. – sucede algo? – volvió a preguntar, para esta vez recibir como respuesta el erguimiento de la castaña. Esta se ubico frente a él, con una clara determinación en sus azulados ojos. – vamos May! Dime que… mm… - la oración murió de improvisto en los labios del chico, la muchacha se había inclinado en un movimiento suave y había juntado su boca con la suya. Por su parte, el joven entrenador permanecía con sus ojos desmesuradamente abiertos, sin tener certeza de seguir o parar. Los labios de la niña empezaban a moverse con lentitud e ingenuidad, temblando suavemente sobre los de Ash. Luego de un rato de movimientos novatos la chica se separó azorada y se dirigió corriendo a la casa de verano. El trigueño ni siquiera pensó en detenerla, se quedó viendo el sendero que había recorrido con unos turbados ojos, que parecían haber perdido su inusual luminosidad en un segundo. Era primera vez que el joven moreno se sentía tan confundido.

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

El pisar rápido en las escaleras resonó estrepitosamente por todos los rincones de la casa. Una mujer de edad media sonrió al notarlo, sabiendo de antemano quién entraría a la cocina en unos segundos.

- Mamá!! – exclamó una voz alegre y enérgica, mientras entraba ruidosamente a la cocina. La castaña se vio en la obligación de voltear para encontrarse con su hijo.
- Buenos días Ash – señaló la mujer nombrada, con seriedad y enfado. El trigueño reconoció de inmediato su error, pidiendo disculpas con un gesto infantil.
- buenos días Mamá! – saludó por fin el chico, con aquella sonrisa humilde que podía enamorar a cualquier persona. El brillo de sus ojos destacaba de inmediato en su rostro aún con aire infantil, aquellos ojos que parecían espejos compuestos de negras perlas. – sabes donde esta Misty? – inquirió de inmediato, a la vez que ordenaba su vestimenta y su cabello azabache en un acto reflejo. Aunque debió reconocer que las bolsitas formadas bajo su mirada, luego de una larga y confusa noche de insomnio, serían imposibles de cubrir para mejorar su aspecto personal.
- Misty? – preguntó Delia, mientras cambiaba su atención desde el desayuno hacia su único hijo. – que no te aviso? – Ash elevó su rostro de inmediato, sin saber porque una sensación de terror estaba atacando a su corazón.
- que… que cosa mama – balbuceó con voz apagada, lo que no pasó desapercibido por su madre.
- Misty recibió una llamada de sus hermanas y debió irse a Ciudad Celeste –
- QUE??!!! CUANDO???!!!! –
- Ayer en la noche, querido – contestó la tierna madre, desconcertada por la mirada perdida que su hijo había adquirido. El morocho había quedado en shock por el escape de la muchacha, en especial porque al fin había reconocido y aceptado sus sentimientos hacia ella.

Luego de aquella conversación el trigueño se apresuró en empacar sus pocas vestimentas y seguir a la pelirroja. Pero al llegar a Ciudad Celeste, luego de días de viaje, descubrió que su amiga había decidido viajar por las Islas Naranjas en busca de su sueño. Ash, terco como se caracterizaba, siguió el rastro de la chica por todos aquellos lugares… pero llegó un punto en que el cansancio y el tiempo perdido en la búsqueda, acabo con toda esperanza…

miércoles, 28 de mayo de 2008

My Teacher

- por fin!! – exclamo la pelirroja, mientras emitía un largo y cansado suspiro. Elevó ambos brazos para estirar su cuerpo, que estaba agotado con la larga jornada, y dirigió sus pasos hacia el patio del instituto. El verde césped se tornaba dorado con el brillante sol del crepúsculo y los arboles se mecían con suave calma. Misty sonrió con aquel espectáculo a la vez que cerraba sus ojos y respiraba hondamente… Aun no habían pasado unos segundos cuando sintió como un cuerpo fornido la empujaba, obligando a su cuerpo caer estridente y dolorosamente.

- fíjate por donde caminas – dijo una voz fría y masculina, sin intención de disculparse por aquel accidente. Los ojos verdeazulados se abrieron buscando al culpable, la mano de Misty acariciaba sin cesar su cabeza.
- HEY IDIOTA!! – gritó la muchacha enfurecida llamando la atención del chico. Este se volteo de inmediato, dejando ver sus sombríos ojos castaños y su brillante cabello rojizo. Llevaba la chaqueta del colegio abierta, dejando ver una camisa blanca que se adecuaba a su buena figura y flotaba levemente con el viento. Un pensamiento personal provoco que la chica se sonrojara, sin embargo logro controlarse para seguir con su discurso – ME HAS EMPUJADO Y NI SIQUIERA ME PEDIRÁS PERDON???!!!! – el chico alzo una de sus cejas con suavidad, llevo su maletín al hombro y siguió con su camino, totalmente indiferente. La chica se sintió vergonzosamente desplazada. – OYE!!! AUN NO HE TERMINADO!!!! – gritó sin recibir respuesta, mientras se levantaba enojada y el viento mecía su falda azul marina. El misterioso sujeto ya se encontraba muy lejos, la pelirroja se deshizo de su frustración mediante un susurro – imbécil … -



- ya llegué! – la exclamación envolvió a la sala de estar, completamente. La chica notó como nuevamente la casa estaba desolada, seguramente con la cocina hecha un desastre y con la comida de los pokémons aun en la despensa. Suspiró, odiaba ser líder del gimnasio y las responsabilidades que llevaba consigo; tal vez sería más fácil y emocionante si tuviera un ayudante, pero sus hermanas no permitían ningún gasto extra. – claro! Sólo porque gastan el dinero en tiendas y salones de belleza – murmuró la muchacha enfadada y sin querer, hablando sola. Su pequeño amigo en forma de huevo la miró, confundido. La pelirroja se limitó a sonreírle y a comentarle que no se preocupara. Se dirigió hacia la piscina para alimentar a las criaturas, luego debería ir a la cocina e iniciar la limpieza de la casa… y aun debía hacer sus deberes.


Cayó en su cama pesadamente, los largos y cobrizos cabellos se derramaron en todas direcciones y su rostro se hundió en el suave cubrecama azulado. Dirigió su mirada hacia el reloj que se ubicaba en la mesita de noche y con dificultad logro divisar la hora, unos minutos más y serían las diez de la noche. Un mascullado indescifrable nació de sus labios, mientras su cuerpo adecuaba una posición en ovillo. Al parecer por fin podría entrar en el mundo de Morfeo, luego de haber realizado todas sus tareas hogareñas y escolares.

- MISTY!!! – el estridente grito de su hermana mayor disolvió de inmediato el preciado silencio. La pelirroja sintió como su piel se erizaba, a la vez que se exaltaba y caía de su cama… la tercera caída, exactamente, que había sufrido en ese día. La puerta de su habitación se abrió rápidamente luego del sonoro golpe, obligando a que la estudiante entrecerrara los ojos por la luz que se colaba. Su rubia pariente se encontraba en el marco de ésta, llevando un elegante traje multicolor de tonos morados; sus cabellos dorados atados en una cola y alisados. – por que estas así??!! – exclamó enfadada, mientras llevaba sus manos a la cintura y se inclinaba levemente hacia la pelirroja. Ésta la observaba confundida y descontenta con la situación, sin embargo ya estaba acostumbrada a las imprevistas invasiones de sus hermanas. Seguramente lo que ocurría ahora, era una de aquellas situaciones.
- primero – inició la muchacha, mientras abría lentamente las sabanas para descansar. – sabes que odio que entren a mi pieza de esa forma, y segundo – señaló con el ceño fruncido a la vez que se subía a su lecho y se acomodaba en él – no tengo idea de que hablas … así que cierra la puerta y déjame dormir – exclamó finalmente para cubrirse hasta los hombros con las fundas y cerrar sus ojos.
- MISTY!!!!!!!!! – chilló la rubia en su oído a la vez que encendía las luces de la pieza, claramente tenían personalidades similares. La pelinaranja abrió sus ojos desmesuradamente, para luego rendirse y destapar su torso.
- de acuerdo – señalo extrañamente paciente, con la intención de apresurar la conversación; en una situación distinta hubiera terminado peleando con su “agresora” por lo menos por dos días. – que es lo que sucede, Daisy? – su hermana la observó por unos momentos asombrada, para luego cambiar su expresión a una desconfiada. Se sentó en la cama de la chica.
- leíste la nota que te deje? - inquirió asustada, observando detenidamente las expresiones de la chica que tenía enfrente. Esta pestaño un par de veces, con la duda impregnada en su rostro. – El que estaba en la sala… - la chica negó con su cabeza inocentemente, temiendo que aquel mensaje fuera de real importancia. Su hermana se levantó con semblante serio, para luego acercarse y gritar – QUEEEEEE???????!!!! –
Misty se hundió entre las almohadas, temiendo las consecuencias que traería su indiferencia hacia aquel papel, que había visto pero no se había dado el lujo de leer. Sintió como unos pasos acelerados se acercaban a su cuarto y sus dos hermanas restantes aparecían asustadas en la entrada, ambas con peinados y vestidos formales.
- FEITA!!! – exclamaron asombradas, mientras se acercaban con cautela a la muchacha pelirroja. Esta, al notar que ya su plan no servía y que sus hermanas estaban por armar un escándalo, decidió cubrirse totalmente con las frazadas para dormir de una buena vez. Sin embargo la joven rubia la destapo con un solo movimiento y la sacó de su habitación, todo en silenció y con el entrecejo fruncido en señal de enfado.

Media hora después, la joven estudiante salió de su habitación totalmente distinta. Su pijama de color celeste había sido reemplazado por un traje rojo, con un escote parecido al cuello tortuga, que caía elegantemente hasta el suelo. Con su cabello ondulado en las puntas y con su semblante maquillado suavemente. Sabía que no le quedaba bien aquel vestido, por algo sus hermanas solían llamarla feita, por lo que agradeció no deber encontrarse con personas conocidas. Según le había informado Daisy mientras se encargaba de arreglarla, la actividad en la que participarían sería la premiación del nuevo maestro pokémon; y ellas como líderes de gimnasio debían estar presentes en la cena que se llevaría acabo en su honor.
Misty suspiró a la vez que bajaba lentamente la escalera, producto de los altos tacones que llevaba, ya que según la rubia estilizaban su infantil figura. Lo cierto era que ella admiraba y casi adoraba al antiguo maestro. Desde pequeña, junto a su madre, se dirigía a las batallas de beneficio que realizaba en ciudad celeste; y siempre observaba las peleas oficiales en la televisión. No obstante en los últimos años había perdido varias transmisiones, producto de los horarios escolares.

- vamos?! – la pelinaranja levanto su rostro al sentir la voz de Violet, una muchacha de cabello azulado que llevaba un hermoso traje amarillo. – Las chicas ya están en el auto, sólo faltabas tú – señaló mientras se volteaba, luego abrió la puerta principal del gimnasio y se perdió tras ella. La pelirroja talló sus ojos, quitando parte del maquillaje, para borrar cualquier rastro de sueño; después siguió los pasos de su hermana y salió del hogar, sin antes asegurar el establecimiento. Cuando se volteó hacia la calle, debió tambalearse unos segundos para evitar desequilibrarse y caer; una sonrisa nerviosa y hacia el lado se formó espontáneamente en su rostro: una lujosa limosina la esperaba.
- hey Misty!! – exclamó Lily, su tercera hermana de extraño cabello rosa, que estaba dentro del automóvil. La pelirroja aun permanecía en trance… ¿¿tenían dinero para limosinas y no para ayudantes??! Aunque sea un ayudante??... – Sube al auto de una vez, o llegaremos tarde!! –
Al recuperar la compostura, la muchacha se dirigió enojada hacia el coche. Algún día hablaría seriamente con sus hermanas…


La luz se combinaba alternadamente con la oscuridad por la velocidad del automóvil. La pelirroja permanecía silenciosa mientras observaba, apoyada en la ventana, el paisaje que acompañaba el camino hacia la celebración. Miraba a sus hermanas gracias al reflejo que se formaba en él, estas parecían totalmente disconformes con su atuendo, por lo que se cambiaban de peinado o maquillaje a cada instante. La pequeña líder se volteó a verlas con algo de curiosidad.

- como no se aburren – exclamó con indiferencia, mientras apoyaba su codo en el respaldo de la puerta y luego apoyaba su rostro. Como sus experiencias le decían, sus hermanas respondieron de inmediato.
- es parte de la feminidad, Misty – contestó Violet, mientras espolvoreaba maquillaje en distintos lugares de su rostro. Luego, con una sonrisa irónica, prosiguió – aunque es algo que simplemente tú no conoces – la pelinaranja entrecerró sus ojos molesta, aunque no respondió.
- además esto es un caso especial – señaló seriamente Lily, la cual estaba armando por sexta vez su peinado frente a un espejo. Levantó su rostro del objeto cuando continuó – acaso no conoces al nuevo maestro? se dice que es la mayor revelación en toda la historia de la Liga – exclamó emocionada mientras sus ojos brillaban intensamente. La hermana menor sólo mascullo una maldición, ya estaba aburrida de los desesperados intentos de casamiento de sus parientes.
- que ganó todas las batallas cuando peleo contra el antiguo maestro! – dijo Daisy, con la misma emoción.
- y que es una persona muy humilde y tierna con sus pokémon – señaló Violet, mientras suspiraba soñadoramente. - pero lejos lo más importante es que es … -
- muy joven y muy guapo!!! – exclamaron las tres mientras se sonrojaban y suspiraban. Misty las vio con extrañeza para luego dirigir su mirada hacia afuera, seguramente había algo más interesante que sus hermanas. – MISTY!!! – gritaron al unísono, provocando que la pelirroja se sobresaltara. – ESCUCHANOS!!!! – la pelirroja respiró hondo tratando calmarse, de igual forma no dio resultado. De improvisto todo su desánimo pasó a enojo.
- ESCUCHENME USTEDES A MI!!! ME DA LO MISMO SU FAMOSO MAESTRO!!! – gritó encolerizada, liberando con ello todo lo que había pasado aquel día.
- PERO MIRA!!!! – gritó Violet mientras sacaba y le mostraba tres retratos del misterioso maestro, claramente era la mas interesada en aquel sujeto. Las luces del alumbrado eléctrico adornaban las fotos alternadamente, mostrando a un joven bastante atractivo. Misty dirigió su mirada hacia el objeto, con sus ojos verdeazulados levemente interesados. Aunque de improvisto su expresión demostró temor.

- noo… no otra vez – susurró mientras inclinaba su cabeza rendida y con voz lastimera. Sus hermanas la observaron con extrañeza y temor, para luego asustarse cuando su hermana grito – BAJENME DEL AUTO!!!! -

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My Teacher

- adiós profesor!! – exclamó una chica de cabello rosa, el cual estaba atado en dos grandes coletas. El trigueño debió parar lo que hacía por un momento para levantarse y despedirse de la chica, el penúltimo alumno que quedaba en las canchas de batallas pokémon. Cuando volvió a realizar lo que antes hacía, que era ordenar los papeles que llevaba, una voz detrás de él lo interrumpió.

- eres un buen actor – exclamó divertida una voz masculina. Ash se limitó a sonreír, mientras se daba la vuelta para verlo de frente. – has mostrado indiferencia en toda la hora –
- recuerdo que siempre fuiste una persona de bajo perfil – respondió el trigueño, a la vez que se encontraba frente a un chico muy parecido a él, solo que su cabello era castaño y sus ojos azules – así que supuse que no querías que tus compañeros se enteraran –
- si, me conoces bien – afirmó el castaño, mientras sonreía. Luego se acercó y le dio un fraternal abrazo al trigueño, este lo respondió en seguida. – han pasado muchos años, verdad? –
- sólo dos años Richie – dijo el maestro mientras sonreía y se separaba del abrazo – aunque no has cambiado en nada –
- tu tampoco – respondió el castaño, para luego acercarse al Pikachu que estaba sentado, observando feliz la escena – y Pikachu sigue igual – dijo a la vez que acariciaba la cabeza de la criatura amarilla.
- como esta Sparky? – pregunto Ash, mientras volvía a su antigua acción: Ordenar los documentos que tenía sobre la banca.
- pues bien, aunque extrañaba a su hermano – respondió Richie, mientras dirigía sus pasos hacia las pokébolas que descansaban en el suelo y comenzaba a guardarlas en el bolso de su profesor.
- y por que no lo llevas contigo? –
- decidí dejarlo con mamá hoy – señalo el castaño, mientras seguía cogiendo algunas pokébolas. – Sparky aun mantiene el horario estival, seguramente sigue durmiendo a esta hora –
- y… como esta mamá? – preguntó casualmente el trigueño. Richie se dio la vuelta para ver su expresión, aunque no lo consiguió, ya que el semblante de su hermano estaba escondido.
- ella esta muy bien… aunque te extraña – señalo con tristeza, mientras intentaba observar los rasgos que había tomado la cara del trigueño. Unos minutos pasaron y, al no recibir respuesta sobre lo que había dicho, el muchacho suspiró. Luego su mirada se volvió fría y una mueca de cansancio adorno su semblante – vamos Ash!! No es hora de que te arregles con ella??!! – gritó el chico, irritado.
- ponte en mi lugar alguna vez – contestó el moreno, con voz serena y seria – sabes lo importante que era para mi iniciar el viaje… - señaló el chico, luego se dio vuelta y su hermano se sorprendió al ver un mirada llena de ira en su rostro – Y ELLA NUNCA FUE CAPAZ DE APOYARME!! –
- el que debería ponerse en el lugar de otro, eres tú – exclamó su hermano, mientras se levantaba y adecuaba una posición defensiva. – recuerda que nuestro padre desapareció por un viaje, sabes todo lo que ella sufrió cuando lo perdimos!! –
- y también sabes que yo deseaba viajar para encontrarlo, verdad?! – exclamó enojado, a la vez que tomaba sus posesiones para salir de la cancha. El castaño se vio en la obligación de seguirlo.
- claro! Con diez años llegarías muy lejos!! – ironizó el chico, provocando que el joven maestro se enfureciera y se diera la vuelta para enfrentarlo.
- DEJA DE MENTIR RICHIE!! TU TENIAS EL MISMO DESEO!! –
- PERO TENGO LA INTELIGENCIA PARA DARME CUENTA DE QUE ERA UNA ESTUPIDEZ!! –

El silencio reino unos minutos entre ambos chicos, en un ambiente tan duro y frio como el mismo hielo. Ash observaba a Richie totalmente enfadado y, aunque no lo quisiera reconocer, dolido y desilusionado. Durante sus diez años de viaje, la única persona cercana que lo había apoyado era su incondicional hermano menor. Siempre le preguntaba como le estaba yendo, en que ciudad se encontraba y que lugar había obtenido en las ligas que había participado. Hasta, en innumerables ocasiones, su madre lo había castigado por seguir a escondidas sus batallas por televisión.

- entonces debo suponer que todo estos años has estado actuando – dijo el moreno con voz ronca y algo baja para el contexto. El castaño sabía que Ash se comportaba así, solo en las situaciones donde realmente estaba enojado; por lo que decidió disculparse rápidamente.
- lo siento Ash… en verdad no quise decir eso – susurró arrepentido el chico, de igual forma no se daría por vencido tan fácilmente. – pero es comprensible el actuar de mamá!. Piensa que nuestro padre desapareció cuando tenía veinticinco años, ¿cómo te iba a apoyar, si sólo tenías diez años?! –
- eso no explica que evitara la comunicación y no me dejara regresar a casa, cuando terminaban las ligas – respondió el muchacho, claramente abatido por las acciones de su madre.
- de igual forma diez años enojados es una exageración – susurró el chico, también entristecido por la relación entre su madre y su hermano mayor. Luego se acercó al trigueño, cuya mirada permanecía escondida bajo sus cabellos negros, y colocó suavemente su mano en su hombro. – se que ella esta sufriendo tanto como tú – dijo, para luego marcharse del lugar.
- espera! – gritó su hermano, lo que hizo que se diera la vuelta de inmediato. En el momento, Ash parecía buscar algo en el bolso de su Notebook. Luego de unos minutos, sacó de él un sobre blanco y se lo entrego a Richie.
- y esto? – preguntó intrigado el castaño.
- lee lo que dice – indicó Ash un poco más animado. – También cuéntale a mamá – señalo feliz, cuando su hermano menor le devolvió la mirada llena de felicidad y orgullo.



…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…


Nota: de acuerdo... me demore mucho, por lo que tienen un doble capitulo. Sigan arriba ^^

sábado, 19 de abril de 2008

Mujer Amante | Prólogo I

- Ash? – su suave voz llegó en un susurro, acompañada por el refrescante viento que aliviaba su rostro en aquel tibio día de verano. Se giró para observar a la muchacha que lo había llamado y sonrió al notar su presencia. Llevaba un bello vestido de playa blanco traslucido, que marcaba su cuerpo pequeño donde se dibujaban fugazmente curvas femeninas, las mismas que aun no se desarrollaban en su totalidad. Su cabello, amarrado en una coleta baja, flotaba libre por la fuerza de la brisa marina como el mismo fuego y sus ojos verde azulados reflejaban el resplandor de la luz solar con la misma calidez del mar tropical. Se acercó hacia él con lentitud y timidez, un comportamiento para su amigo algo innecesario.
- vamos Mist! – exclamó el muchacho algo divertido por el actuar de la pelirroja. Este parecía tener catorce años. Llevaba una musculosa blanca y uno short gris que sobrepasaba sus rodillas. Se podía notar levemente su torso delgado pero fornido, gracias a la corriente que hacía ondear su remera igual que el vestido de su amiga. Sus cabellos azabaches eran desordenados aun más por la situación del tiempo y su piel morena recibía un brillo especial gracias a los rayos en mediodía. – Te he visto con ese traje miles de veces – dijo mientras volvía a su posición anterior a la llegada de la chica. Cuando lo hizo, sus ojos almendrados se llenaron de emoción y deseo. Miraba a una chica de unos doce años, que jugaba con su hermano de diez. Su cabello era corto y castaño, mientras que sus ojos tenían tintes azules.
- Ash… yo… necesito hablar contigo - dijo la muchacha con titubeos llamando la atención nuevamente del chico. Parecía muy nerviosa
- Que sucede Mist? – dijo preocupado, a la vez que se levantaba de la arena.
- podemos ir a caminar? – inquirió la chica mientras dirigía su vista al suelo, aumentando el desconcierto del trigueño.
- de acuerdo – respondió en un susurro.

Cuarto día en la playa. El viaje que habían realizado hacia las islas naranjas por motivo de las vacaciones había sido todo un éxito, por lo que seguramente tendrían otra semana de descanso. Y eso le agradaba. Pero no precisamente el descanso, sino la presencia de todas las personas que quería: Su madre, sus amigos, sus pokémon y… ella… La chica que lo atraía fervorosamente. Todo estaba resultando grandioso, salían juntos a la playa y todos los días se quedaban hasta la madrugada simplemente hablando. Pero su viaje perfecto fue interrumpido por aquella acción tan extraña en la pelirroja.
Espero otro rato más, mientras ideaba hipótesis en su cabeza que lograran explicar la situación. Llevaba sus manos en los bolsillos algo incómodo, mientras observaba de vez en cuando a la chica que tenía a su lado. A pesar de tener dos años menos que ella, había sobrepasado su tamaño hace mucho y podía parecer de su edad perfectamente. Volvió a verla, en busca de las respuestas que todavía no llegaban. Misty se detuvo de improvisto, manteniendo su mirada fija en el suelo.
- Ash… - comenzó nerviosa – necesito decirte algo -
- que pasa? – preguntó de inmediato.
- yo… - dijo la muchacha susurrando, a la vez que levantaba su rostro sonrojado – es que tu… tu…-
- yo que? –
- tu… - la chica cerró sus ojos para tomar aire y luego abrirlos con fuerza – que tu me gustas!! –
Y la situación se torno horriblemente incómoda. La verde mirada de la chica se clavó con valentía en la atónita mirada achocolatada. ¿ Y ahora que haría? ¿ Que respondería? … ¿cómo lo haría sin dañar a la chica que lo observaba angustiada? Y ¿ cómo no dañar la amistad que tenía?... que horrible, horrible situación estaba viviendo el trigueño…
- Misty …. Ugh … yo… - dijo el chico mientras escapaba de su mirada y rascaba su mejilla derecha – es que yo… -
- te gusta May – afirmo la muchacha de inmediato, con tristeza – es eso? –
Y sintió que el tiempo se detenía. Observaba a su amiga asombrado, tanto por su valentía como su decidida personalidad. ¿Lo sabía?¿lo sabía y aun así se atrevió a confesar sus sentimientos?...
- ¿ co… cómo lo sabes? – preguntó el trigueño con sorpresa. La chica siguió su caminar lentamente, Ash debió seguirla.
- instinto de mujer – respondió melancólica luego de unos cuantos minutos, su cálida mirada se había tornado fría producto de la conversación. – lo que me duele es que no me lo hayas dicho, me hubieras ahorrado este mal momento –
- Mist… yo… - inició el muchacho frustrado, le hubiera encantado responder a los sentimientos de la pelirroja, pero el corazón no se dirige.
- no te preocupes Ash – respondió interrumpiéndolo sin voltear a verlo – pero te pediría que no lo comentes con nadie –
- claro que no Mist… - susurro este con algo de lástima en su voz, la que pudo notar su amiga – yo se por lo que…-
- gracias Ash… - fue interrumpido por la pelirroja, que tenía su vista clavada en el piso, escondiendo su mirada cristalina. Levantó esta en un momento después, sorprendiendo al chico que estaba a su lado al notarla alegre – bueno, será mejor que me vaya a la cabaña – señaló la muchacha con una sonrisa, en un claro intento de fuga – seguramente tu madre necesita mi ayuda… -
- Misty… - susurro el moreno, mientras observaba a la chica algo deprimido
- nos vemos! – dijo mientras se despedía con una sonrisa y corría en dirección a la cabaña, dejando muy confundido al joven entrenador. Éste se limitó a observarla en silencio, sintiendo como la brisa que antes refrescaba su adolescente rostro, enfriaba cada parte de su cuerpo y producían un nudo en su garganta que demostraba su angustia.

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

Hate me

Maldije ese día lunes como ningún otro. Ya era la una de la tarde y Misty no se presentaba en la oficina como era correspondiente. Lo único positivo que podía recalcar, era que la marca de su golpe se había borrado rápidamente de mi rostro. Presioné irritado el botón que me comunicaba con mi secretaria, necesitaba saber con urgencia lo que había sucedido con la que, en esos años, era mi novia.

- si, señor Ketchum? – me respondió la voz juvenil y sensual de Vanesa. Anoté mentalmente entre mis tareas que debía despedirla, luego de encontrar a Misty.
- comunícame con la oficina del maestro acuático – le ordené fría e inmediatamente.
- de acuerdo, señor – me contestó la castaña con cierto desánimo, seguramente sabía lo que buscaba. Luego de unos minutos de espera, la voz de una señora de edad avanzada llegó hasta mi auricular.
- si? Oficina de Misty Waterflower? -
- disculpe señora. Soy Ash Ketchum y me gustaría saber si la señorita Waterflower a llegado –
- no señor – me respondió con respeto, al fin y al cabo yo era la cabeza de todos los demás maestros. – desde que llamó en la mañana he intentado localizarla, pero su celular esta apagado y nadie responde en su departamento – claro que el departamento que le concedía la liga, ya que compartíamos uno que nadie conocía. También nuestra relación era desconocida para el público en general, menos para nuestros amigos más cercanos.
- de acuerdo, gracias. Y ya sabe, si se presenta le pediría que me llame de inmediato –
- si señor – estaba a punto de colgar, cuando la voz senil me llamó otra vez – pero señor, ahora que lo recuerdo… esta mañana se presento el maestro eléctrico con el permiso de la señorita Waterflower –
- Richie? –
- si señor –
- Esta bien, gracias por informarme –
- hasta luego Señor Ketchum – y se cortó la comunicación. Ahora sabía a quien podía recurrir.

Tomé mi saco negro y salí de mi oficina con rapidez. Me dirigí de inmediato al elevador y apenas entre, busque el número de piso que correspondía al del famoso maestro eléctrico. Aun no entendía como la relación tan fraterna de amistad con Richie había cambiado a una totalmente opuesta. Tal vez antes éramos dos niños con iguales sueños y que competíamos entre nosotros para lograrlo, pero ahora eso no se comparaba con la enemistad que se había formado con los años, para ser más exacto hace dos años, que era hasta más fuerte que la antipatía que sentía hacia Gary.
Apenas se abrieron las puertas, corrí en dirección a su oficina. Pero me no necesite recorrer muchos metros, ya que mi antiguo amigo estaba saliendo de su oficina en dirección al ascensor, seguramente para comer o, según la hipótesis que mentalmente estaba haciendo, para encontrarse con Misty.

- necesito hablar contigo – le dije fríamente a penas lo vi. Cuando me escuchó y se dio la vuelta para verme, note como su mirada se clavaba en la mía con ira, seguramente ya sabía lo que había ocurrido el día sábado. Llevaba una tenida muy parecida a la mía, por lo que cualquier persona externa podría creer que éramos hermanos. Al fin y al cabo, poco habían cambiado nuestros rasgos semejantes con el tiempo y nuestras alturas se habían desarrollado parejas, sólo que lo sobrepasaba en algunos milímetros.
- dígame señor maestro – me respondió irónicamente, irritándome más de lo que quería.
- dime donde esta – le ordené enseguida con fuerza, casi autoritariamente.
- quién? –
- Misty –
- ah! Misty? Tú linda novia? – me exclamó con fuerza, llamando la atención de las secretarias y las personas que se encontraban cerca. Él sabía perfectamente como me podía afectar un escándalo como ese, sería la venganza perfecta. Me acerque a él a paso decidido y lo tomé del brazo con brusquedad.
- Vamos a tu oficina – le dictamine - ahí estaremos mejor –
- veo que el temerario Ash Ketchum tiene miedo – gritó, ya teníamos sobre nosotros las miradas asombradas y curiosas de la mayoría de los funcionarios del piso. Retiró su brazo de mi agarre con fuerza.
- no olvides tu posición Richie – le dije con un tono bajo, pero imperativo. La mirada de mi oponente era bastante segura, totalmente opuesta a la temerosa que esperaba.
- mi posición?! – exclamo con una pequeña risilla, claramente sarcástico. Yo permanecía inmóvil con mis puños fuertemente cerrados, aguantando las ganas de tirarme sobre él y sacarle a golpes la información que anhelaba. – te refieres a ser dirigido por el mayor imbécil del mundo?!, que se acuesta con la primera secretaria que ve???!!! – me escupió con ira, mientras los murmullos y las exclamaciones rodeaban totalmente el ambiente. Yo me limite a sonreír con seguridad, me había dado el argumento perfecto para darle “gustosamente” una lección. Me acerque a él lentamente, sintiendo como mis uñas se clavaban en la palma de mis manos y la adrenalina corría por mis venas, asegurando un golpe que no olvidaría por lo menos en un mes. Estaba tan concentrado en seguir mis impulsos, que no me percate de la mano cerrada que se acercaba rápidamente a mi mejilla izquierda, cortesía de mi ex gran amigo. Me aleje de él tambaleándome, había olvidado por completo su afición por el boxeo que desde pequeño había demostrado. Me erguí con elegancia mientras una mirada llena de seguridad se apoderaba de mis ojos castaños, una risa suave nació de mis labios. En ese instante, ni siquiera importaba los chillidos suaves de las secretarias, que observaban con horror el show que protagonizábamos.
- ahora si estas acabado Richie – le dije con seguridad, a la vez que limpiaba con la manga de mi blanca camisa una mancha roja de mi rostro, producto de una herida que había provocado el golpe en mi boca.
- estas seguro? – exclamó divertido, mientras tiraba hacia mis pies dos sobres sellados. En uno de ellos reconocí fácilmente la firma de Misty. Alcé mi mirada confusa que, al parecer, Richie reconoció. – es la renuncia de ella y la mía – señalo con seriedad, para luego dibujar una sonrisa victoriosa en su semblante.
- y quien dice que yo lo aceptare?! – pregunte irritado, a la vez que me inclinaba a recoger aquellas cartas.
- es mejor que lo aceptes, porque ella nunca más volverá a estas oficinas – finalizó con gravedad, llevó su saco a su espalda y se dirigió a la salida. Reaccione de inmediato, allí se iba la última esperanza para saber de mi pelirroja.
- donde esta? – le pregunte con voz ronca, mientras tiraba la carta de Richie al suelo y guardaba la de Misty en mi saco; sabía que era un carta de renuncia seguramente escrita en un computador, pero tener su firma cerca – hecha de su puño y letra – era bastante reconfortante.
El estúpido castaño ya estaba delante del ascensor, esperando que este llegara hasta el piso donde nos encontrábamos.
- no tengo porque ni pienso decírtelo – me contesto con frialdad, sin siquiera voltearse para contestarme – si quieres saber tendrás que matarme primero –
- con gusto – exclamé furioso, mientras apretaba mis manos una con otra, haciendo sonar los nudillos. Me acerque rápidamente hacia él, mientras subía mi brazo enérgicamente y apretaba mi mano derecha para golpearlo. Cuando estaba a pocos centímetros de alcanzar su mejilla, algo me detuvo…
- ASH! –

- maldición!! – pensé irritado, culpando cada vez más a mi suerte. Justo en el instante preciso, las puertas del ascensor se habían abierto dejando a la vista la figura majestuosa de Lance… uno de mis tutores. Richie simplemente se alejo de allí y subió al elevador con una sonrisa triunfante… fue la ultima vez que lo vi por cuatro largos años.

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

My Teacher

El trigueño se giró con una graciosa mueca hacia el lugar del gritó. Allí una linda pelirroja lo observaba con un semblante impregnado de miedo, mientras dirigía el dedo índice de su mano derecha hacia él. Era obvio que se había sorprendido por su presencia en aquel establecimiento. El joven maestro se limitó a observarla con una tierna sonrisa.

- QUE RAYOS HACES TU AQUÍ???????!!!!!!!!!!! – exclamó la chica, para luego dirigirse rápidamente hacia él y acercar su rostro con el fin de intimidarlo. La muchacha estaba tan concentrada que no notó como sus compañeros de electivo la miraban con desaprobación y asombro.
- creo que esa respuesta es mía, señorita – señaló el chico con una mirada segura, mientras alzaba una de sus cejas suavemente. Claro que ese gesto dejo muda a más de alguna alumna, aunque no a aquella atrevida chica. – esta no es clase para una muchacha de primaria -
- QUE??!! DE PRIMARIA??!!! – preguntó la muchacha totalmente sonrojada y sorprendida – el que debería ir en primaria eres tù!!! No se como estas aquí, niñato!!!! – ante el insulto el profesor se limitó a reír, mientras los rostros sorprendidos aparecían en más alumnos.
- vamos Misty… cálmate! – contesto el moreno mientras reía y elevaba sus manos hasta la altura de su cara. La chica permaneció silenciosa al escuchar su nombre, era extraño que ya lo supiera si no se habían presentado formalmente. Aunque en ese instante eso no tenía la mayor importancia.
- para ti WATERFLOWER! – contestó la pelirroja con enfado. La situación fue interrumpida cuando alguien se acercó hacia ella por la espalda. De inmediato un cálido escalofrío la atacó y un conocido perfume masculino la serenó; seguramente Richie estaba detrás suyo y muy cerca…
- no es conveniente para ti Misty – susurró el muchacho en su lóbulo izquierdo. Al sentir la suave respiración, la pelirroja sintió como su corazón aumentaba la rapidez de sus latidos, sus piernas perdían fuerza y sus mejillas se sonrojaban. El chico que tenía enfrente miraba con el entrecejo fruncido aquella situación, algo extrañado y sorprendido. – aquel “niñato”… es tu profesor – y apenas finalizó la frase el castaño, todos las dulces sensaciones desaparecieron por arte de magia en la pelirroja. La mueca de un grito sordo apareció en su semblante y sus mejillas se tornaron moradas mientras dirigía su mirada verdeazulada a dos cálidos ojos almendrados que se reían silenciosamente de ella. El bochorno iba en aumento.
- QUUUUUEEEEEEE????!!!! –
- se entero al fin? – inició su maestro con voz suave y divertida, a la vez que dibujaba una hermosa sonrisa en sus labios. – señorita Waterflower? –
- y… yo… yo lo siento señor – respondió la chica avergonzada y arrepentida, mientras realizaba una pequeña inclinación dejando caer mechones rojos por el costado de su cuello. – en verdad yo no… yo no sabía –
- descuide señorita, aquello es evidente. Aunque le agradezco la diversión que me proporcionó – dijo el joven con sus ojos cerrados y sonriéndole. Evitando que viera la mueca de enfado en la pelirroja y su demostrativo entrecejo fruncido. – puede sentarse –
- gracias señor – respondió la pelinaranja, algo enfadada - entonces sabía?? No me dijo sólo para reírse de mí??!! – pensó.

Luego de unos cinco minutos la clase se inició. El electivo contaba con unos veinte alumnos en total, provenientes de las cinco diferentes clases que existían del mismo grado. Para suerte de la chica con mirada verdeazulada, no había divisado a la molesta y chillona Dawn; por lo que creía que tal vez podría tener más rato a solas con Richie. Una ventaja encontrada en aquel primer día de clases, que había sido el más horroroso de todos los que recordaba.
la clase entera se encontraba sentada en unas bancas ubicadas al costado de una de las canchas de entrenamiento pokémon, algo incómodo pensó la pelirroja para tomar apuntes adecuados.

- bueno clase! Bienvenidos al electivo de entrenamiento pokémon – inició el moreno con una voz grave y energica – para los que aun no me conocen, soy Ash ketchum y seré su maestro en esta clase. Seguramente me encargue también, del ramo común “técnica pokémon” en sus cursos, por lo que nos veremos muy seguido. – aquella frase le produjo escalofrìos involuntarios a Misty. – Primero, deseo comentarles el objetivo que tengo como prioridad para esta clase. Y esta es incrementar sus habilidades como entrenadores en forma práctica. Aquí no necesitaran cuadernos ni lapiceras, sólo una pokébola y su imaginación para realizar los mejores ataques. – un muchacho de cabello verde levanto su brazo, interrumpiéndolo – si? –
- entonces no veremos nada de teoría?? –
- no en este electivo. Todos los ataques y las defensas lo veremos teóricamente en “técnica pokémon”. Aquí sólo nos dedicaremos a realizarlas. Alguna otra pregunta? - al ser el silencio la respuesta, Ash se dirigió a un pequeño bolso que tenía cerca de sus pertenencias y de el sacó veinte pokébolas. Luego explicó a sus alumnos – dentro de cada pokébola hay un pokémon; los veinte son del mismo elemento, de la misma especie y del mismo nivel. Quiero que cada uno tome una pokébola, se ubiquen libremente en parejas y se dispersen por las diez canchas que contamos. Tendrán una batalla, pero les pido que sean suaves para no dañar de gravedad a los pokemon. Empiezen! –

Rápidamente los alumnos se ubicaron y comenzaron con las prácticas. Ash se dedicaba a pasar por parejas para observarlos y corregir algunas de sus fallas, de igual forma le impresiono como muchos alumnos tenían amplia experiencia sobre batallas. En especial una chica de cabellos ondulados y grandes ojos oscuros. Reconoció de inmediato que era parte de su clase, donde era profesor jefe. En el momento la chica ordenaba a su Sandshrew, pokémon que estaba dentro de la pokebola, realizar un increíble golpe directo en su oponente.

- y… gané – celebro con seguridad la castaña, mientras acariciaba sus cabellos con coquetería. Anabel, quien era su pareja miraba con temor el resultado del ataque.
- muy bien Giselle! – exclamó una voz masculina. La chica supo inmediato de quien se trataba.
- me estaba viendo, profesor? – exclamó emocionada la chica, cambiando su aire egocentrista de inmediato.
- si, vi tu ataque… fue muy impresionante – exclamó el moreno, elevando de inmediato el autoestima de la muchacha – pero nunca serás una buena entrenadora si no eres modesta –
- que? – exclamó en voz baja, algo impresionada.
- mira – Ash le indicó hacia el centro de la cancha, donde Anabel había logrado esquivar el ataque y ordenaba a su pokémon dar una embestida.
- pe..pero cómo??!! –
- no seas tan confiada – dijo el trigueño con voz baja, mientras dirigía su mano derecha a una sonrojada Giselle y tocaba con suavidad la punta de su nariz. Luego se dirigió a otra pareja, dejandola muy sonrojada y sorprendida.

Después de analizar a cuatro alumnos más, se dirigió a la última pareja. Allí estaban los dos “enamorados”: Richie y Misty. Al parecer ambos estaban muy concentrados, por lo que no notaron su presencia. El trigueño se limitó a observarlos en silencio, en ese momento Misty atacaba con habilidad al pokemon del castaño.

- Auch Mist! Eso duele!! – exclamó divertido el chico.
- lo siento Rich, pero fue tu culpa elegirme como pareja – dijo la pelirroja con una seguridad increíble – por algo soy la líder de gimnasio de esta ciudad –
- vaya! Parece que cuando combates te trasformas! – dijo el castaño, mientras se reía alegremente.
- deja de molestarme!! – exclamó enfadada la pelirroja, lo que causaba más risa en su pareja.

Mientras tanto el carismático profesor miraba sorprendido a la chica – líder?? de gimnasio? – susurró para sí mismo

…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…

jueves, 7 de febrero de 2008

My Teacher

Tocó la puerta con suavidad, mientras cargaba a su Togepi con cierto nerviosismo. Sentía gran bochorno por su atraso, ya habían tocado el cambio y aun no entraba al aula. La puerta se desplegó y se movió de forma horizontal, para mostrar a una figura femenina de gran elegancia. La pelirroja pensó por un momento que había errado en la búsqueda del aula.

- señorita Misty! – exclamó una aguda voz, algo irónica. Misty la reconoció enseguida, era la “dulce” profesora de Coordinación pokémon: Mary.
- Lo siento profesora – dijo la muchacha mientras se inclinaba suavemente, dejando caer mechones de su cabello por su cuello – no volverá a pasar –
- supongo que no – dijo esta en tono amenazante – porque a la próxima vez, usted no entra más a mi clase hasta el fin del semestre – finalizó seria y autoritaria – ahora vaya y siéntese en su puesto asignado –
- gracias maestra – respondió la pelirroja, mientras empuñaba una de sus manos para calmar su ira. Desde que había ingresado la rubia como docente, hace cinco años exactamente, Misty había tenido una muy mala relación con ella. Solía reprenderla por cosas mínimas en todas las clases, desde la caída de un lápiz hasta la falta ortográfica en una palabra en las revisiones de los cuadernos. Y todo ese trato sólo con ella, la pelinaranja sabía que la odiaba desde el comienzo, pero no entendía ni conocía el porque.

Entró a su sala en el momento que se producía un incómodo silencio. Sintió las miradas de todos sus compañeros, sin entender el por qué. Al fin y al cabo… siempre llegaba tarde, no debía ser algo que los sorprendiera de esa manera. Recorrió con la vista los puestos de sus compañeros, hasta llegar a uno desocupado que estaba al lado del de Todd. La pelirroja se sentó a su lado mientras le dirigía una cálida sonrisa en forma de saludo, el chico respondió de la misma manera enseguida.

Para alivio de la pequeña pelirroja, la clase fue totalmente corta. Esto se debió al típico discurso que realizó la rubia, donde predominaban palabras como “esfuerzo”… “futuro”… y otras cosas que poco llamaban la atención de Misty. No así en su amiga Anabel, que solía seguir los consejos al pie de la letra.

Ahora se dirigía lentamente a su próxima clase y unos de sus ramos electivos: Entrenamiento Pokémon. No sabía por que sentía tanto nerviosismo y emoción por aquella asignatura, pero desde el momento que supo de su existencia había soñado con participar en ella.
Su camino fue interrumpido por tres chicas: una castaña, una peliverde y una peliazul. Las tres muchachas la miraban con cierto odio y a la vez alegría, la pelirroja se limitó a cerrar sus ojos y suspirar sonoramente.

– y ahora que pasa? – preguntó cansada, mientras se apoyaba en la pared y les dirigía un mirada irritada, que no era más que una simple actuación.
– y te atreves a preguntarnos? - exclamó May con aire dramático, que causaba más risa que emoción. – te vimos Misty!! Te vimos y no fuiste capaz de contarnos nada!! –
- que?? – preguntó la chica confundida – que cosa hice?? –
- y además lo niegas!! – gritó Casey, quién la apuntaba y le dirigía una mirada de pocos amigos. La muchacha estaba haciendo acorralada por ambas chicas. – pensé que siempre nos contabas todo y confiabas plenamente en nosotras!!! – exclamó dolida, mientras llevaba su antebrazo derecho a su frente
- Alguien me puede explicar que sucede aquí!! – gritó la pelinaranja con desesperación por el acoso de sus supuestas amigas
- A ver Misty… - comenzó Dúplica, que por todo ese momento se encontraba fuera de la conversación – por que no llegaste temprano a clases?? –
- bueno… tuve un problema en casa… y no alcancé a llegar temprano – respondió la muchacha mientras sonreía nerviosamente.
- y luego? –
- pues… fui a dirección y me dejaron entrar… y… Pues… luego me encontré con… - y la pelirroja se interrumpió en seguida, mientras unía las piezas de aquel problema. Finalmente una mueca de horror cubrió su rostro, se apoyo totalmente en la pared con miedo y sus mejillas se tornaron tan rojas como su cabello.
- parece que lo recordaste… - finalizó la peliverde con una sonrisa segura y arrogante, para luego respirar profundamente y dejar escapar su enojo… - ESTAS SALIENDO CON RICHIE Y NI SIQUIERA ERES CAPAZ DE CONTARME??????????!!!!!!!!! – Gritó furiosamente mientras May y Casey la sostenían de ambos brazos, evitando alguna acción contra la pobre pelirroja. Mientras la muchacha de verdes ojos observaba a todos los chicos que las rodeaban con una sonrisa nerviosa y se dedicaba a hacerles señas contra Dúplica para que no creyeran lo que acababa de decir.
- Esta cosa?? Saliendo con mi lindo Richie??? – exclamó divertida una aguda voz con un dejo leve de ironía. Los ojos cristalinos se dirigieron rápidamente hacia aquella voz, que le faltaba mucho para ser… “agradable”.
- Dawn… - susurró frustrada la chica de cabellos de fuego, mientras orbitaba los ojos. En frente de ella una chica de su misma edad, piel clara y pelo azulado la miraba con recelo. Debía reconocer que aquella muchacha era linda, no por nada era la chica más popular del instituto y la más utilizada para las aventuras de todos los hombres en aquel lugar. Es decir… la mayoría de ellos, ya que existía alguien que se resistía a ella: el famoso y codiciado Richie Ketchum.
- veo que no te alegra mucho verme, zanahoria – exclamó la muchacha con ironía, mientras que las seis chicas que la acompañaban reían descaradamente. Una de ellas era su nueva compañera Giselle.
- wau! No puedo creer que estés aquí Dawn!!! – Exclamó emocionada Dúplica, con una alegre sonrisa – veo que pudiste pasar de curso, a pesar de tener solo una neurona –
La frase de Dúplica fue celebrada por todos los presentes, incluyendo a una Misty que cambió su risa por una sonrisa llena de satisfacción hacia Dúplica.
– No te metas en lo que no te importa, alcachofa – devolvió con ira la peliazul, enfureciendo a la impulsiva muchacha.
– Perdón?? Cómo me llamaste?? – preguntó con violencia la peliverde, mientras que Misty se interponía entre ambas.
– basta Dupli… no vale la pena – susurró la chica con semblante serio, para luego dirigirse a Dawn – el problema es conmigo… no es así? … entonces no te metas con mis amigas – y antes de esperar réplica, Misty siguió su camino con sus amigas rápidamente. Por suerte de Dúplica, el timbre la salvó del discurso que seguramente la pelirroja estaba por decirle.

Con frustración la chica se dirigió a las canchas de entrenamiento, en busca de un descanso para su primer día de clases, por ahora no había tenido más que problemas.

- Misty!! Espérame – el gritó de Anabel le llegó suavemente, pero lo suficiente para entenderlo. Se quedó en pie, mientras observaba correr a la chica de cabellos y ojos lila. Esta se encontró a su lado en pocos minutos. – También te inscribiste en la clase de Entrenamiento? – preguntó la chica cuando iniciaron la marcha.
- si – respondió la pelirroja con una sonrisa – mis hermanas quieren que me haga cargo del gimnasio al salir del instituto, a si que debo prepararme para ser una buena líder –
- ya veo… - comentó la chica en un susurro. Permanecieron en silencio por unos minutos, mientras observaban como las canchas se encontraban más cerca.
- y tu Anabel? – inició la pelirroja – por que te inscribiste? –
- bueno… - dijo la muchacha algo sonrojada, mientras entraban a la cancha donde estaba reunida la clase – es que mi sueño es… -
- QUE?????!!!!!!!!!!!!!! – la interrumpió Misty, quién tenía en su rostro una mueca de asombro y temor – QUE RAYOS HACES TÙ AQUÍ???????!!!!!!!!!!! –

…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…

viernes, 11 de enero de 2008

My Teacher

- TU??!!!!!!!!! – exclamó la castaña totalmente impresionada, expresando con sus cejas gran temor – que rayos estas haciendo aquí??!!-
- vaya! parece que se conocen – exclamó divertido el nuevo profesor, mientras su pokémon amarillo parecía asombrado por el grito agudo que había dado una de las alumnas, al entrar al aula los nuevos integrantes del curso – pero eso no le da derecho para pararse de forma imprevista y gritar como un Charizard enfurecido –
- lo… - titubeó sonrojada la chica al notar su comportamiento impulsivo, que causo risas entre los presentes, incluyendo al carismático profesor – lo… lo siento señor… -
- bien, no se preocupe señorita…?-
- may – se presento la muchacha, aun con sus pómulos rosados – May señor –
- de acuerdo señorita may, hora siéntese y deje que sus nuevos compañeros se presenten –
- si señor – respondió la chica ocultado la ira que provocaba la presencia de ese chico en el aula, que la veía con una sonrisa irónica, disfrutando la vergonzosa situación que estaba sufriendo.
- por lo que veo, usted ya es conocido aquí – le comento el moreno a su nuevo alumno, un muchacho de diecisiete años, de cabello verdoso y unos pequeños ojos verdes. Este dirigió la vista a su profesor y controlo el asombro que le provoco al reconocerlo. Era nada menos que el actual maestro pokémon – de igual manera no todos lo conocen. Preséntese. – le ordeno, mientras se sentaba en la punta de su mesa y la pequeña rata amarilla se apoyaba en una de sus piernas.
- mi nombre es Drew – inicio el muchacho, con una voz y postura mas segura de lo normal, referente a la situación – provengo de Hoenn y estudiaba en el instituto de una de las ciudades mas conocidas, donde se encuentra el gimnasio de Norman – señalo, enfatizando su voz en la ultima frase. Se generaron algunos murmullos entre los chicos –
- May… - susurró Casey, que se encontraba detrás de la castaña – ese es el chico? –
- si – señalo la muchacha, sin despegar sus ojos azulados del nombrado – mi rival…-
- y por que decidió cambiarse de establecimiento? – inquirió el profesor con duda, ya que sabia que el instituto de Hoenn era de muy buena calida
- mi objetivo es convertirme en uno de los mejores coordinadores pokémon, y pude convencer a mis padres a que me trasladaran a este instituto ya que tiene mejor base en ese aspecto –
- tus padres no querían que te dedicaras a eso?- preguntó el moreno
- no señor, ellos querían que fuera maestro pokémon –
- entiendo – el joven se levanto de su posición, buscando un asiento disponible entre los alumnos. Justo al lado de la castaña de voz aguda, se encontraba disponible –
- Misty… porque justo hoy no viniste o no llegaste temprano… - pensó la muchacha, mientras su mirada suplicaba al joven maestro que no lo sentara en ese lugar. De igual forma, el muchacho no pareció entenderla.
- Drew… - le indico el puesto – siéntate aquí y bienvenido a la clase – el peliverde se movió algo cansado y alzo su ceja al encontrarse con la furiosa mirada azulona de la castaña. Pareció divertirse otra vez con la visión que tenia ante sus ojos.
- hola may… tanto tiempo – la saludo con galantería, mientras estiraba su brazo derecho para entregarle una rosa – sigues tan linda como siempre –
- guarda tus comentarios – respondió fría la chica, aun así tenia sus pómulos acalorados. El chico de cabello azabache se dio cuenta de la situación, lo que le causo diversión.
- eso es lo que provoca el despertar de las hormonas Pikachu – susurró al pokémon con una sonrisa melancólica, mientras que este le devolvía una mirada confusa. Sabia que su entrenador era joven y que había iniciado su viaje pokémon siendo solo un niño, dejando sus estudios a la edad de diez años. Aun así, sus conocimientos en el ámbito de entrenamiento habían crecido notablemente, poseyendo más discernimientos que sus propios compañeros de primaria. – bien clase! – exclamo con su voz grabe, llamando la atención de todos los chicos – sigamos con su siguiente compañera –
- hola – inicio una muchacha de mirada coqueta, de ondulado cabello castaño oscuro y ojos cafés – mi nombre es Giselle, provengo de la ciudad azulona y del respetado centro de enseñanza TEC pokémon –
- que interesante información señorita. Y por que decidió cambiarse?-
- fue por un cambio de trabajo de mis padres, maestro –
- si no me equivoco, ese lugar se dedica solo a la enseñanza de entrenamiento – expreso un chico desde el fondo
- así es, mi sueño es convertirme en la mejor entrenadora de agua –
- me alegro que tenga tan claros sus objetivos Giselle – dijo el profesor con una sonrisa. La muchacha parecía complacida por el gesto, como si su encanto lo hubiera provocado – ahora siéntese -
- gracias señor – sonrió la muchacha con coquetería, mientras se acercaba al escritorio del profesor, para acariciar al pokémon. Las chicas del curso notaron su atrevimiento, lo que les causo molestia enseguida - que lindo pokémon – dijo mientras estiraba sus mejillas con fuerza.
- no hagas eso! – Exclamó Ash asustado – o si no Pikachu va… -
- que co… - comenzó la muchacha mientras veía al profesor, aunque no pudo terminar su frase ya que a la pequeña criatura que estaba “acariciando” le empezaron a brotar de sus rojas mejillas chispas de electricidad, prediciendo lo que ocurriría – AAAHHHHHHH!!!!! – la pobre castaña debió soportar un duro ataque de electricidad de parte del Pikachu.
- Pikachu! Basta!! – le ordenó su entrenador, mientras corría hacia la chica que parecía desvanecerse. Pikachu terminó su ataque enseguida – te encuentras bien? – preguntó a su alumna, que estaba conciente pero totalmente electrocutada
- si, gracias profesor – contesto débilmente, que por su rostro y sus ojos desorbitados parecía mareada. Se dirigió a su puesto asignado, junto a Dúplica, y se estiró sobre su mesa totalmente vencida.
- se lo merecía – susurró para sí, su nueva compañera.
- Ahora que hemos recibido a sus nuevos compañeros, sigamos con las preguntas – Ash se acercó a la chica de cabello lila, provocando su sonrojo nuevamente – me decías Anabel? –
- ah… - comenzó con voz baja y titubeando – pues… si… Si usted… -
- no quiero parecer grosero – interrumpió el trigueño – pero puedes hablar más alto? –
- lo… lo siento señor… - contestó la muchacha con el tono un poco más alto – pues… yo quería… quería preguntarle… - antes que la alumna terminara la frase, un muchacho de cabello castaño se levantó de su asiento junto a la ventana, parecía irritado por el comportamiento de su compañera.
- lo que Anabel desea saber señor – comenzó el muchacho con su voz fastidiada – es si… - por casualidad giró su cabeza hacia las afueras del colegio y se quedó en silencio viéndolo.
Su mirada tan segura fue cambiada por una totalmente atónita. Su compañero que se encontraba al frente, de cabello castaño claro, casi rojizo; se levantó de su puesto algo preocupado por el cambio de su amigo.
- que sucede Georgio?... – preguntó con curiosidad, mientras dirigía su vista hacia el mismo lugar. Exclamó – Misty?! -
Todas las chicas se levantaron rápidamente de sus puestos y se dirigieron con curiosidad a la ventana del aula. Antes que Ash controlara la situación, toda la clase veía expectante el patio. Suspiró vencido y termino por unirse a ellos. Cuando observó el patio, vio como una pareja de alumnos se abrazaba. La chica estaba dándole la espalda, pero pudo determinar por su luminoso cabello y por la bicicleta que se encontraba cercana, que era la pequeña pelirroja que lo había atropellado – a si que se llama Misty… - susurró para sí el joven maestro.
- Genial! – exclamó emocionada May.
- por fin se formó la parejita! – gritó Casey a su lado.

Ash volvió a observar al patio, luego de escuchar los comentarios que hacían sus alumnas. A pesar de que todos aprobaban a los chicos, algo de esa supuesta relación le parecía desagradable.

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