sábado, 19 de abril de 2008

Hate me

Maldije ese día lunes como ningún otro. Ya era la una de la tarde y Misty no se presentaba en la oficina como era correspondiente. Lo único positivo que podía recalcar, era que la marca de su golpe se había borrado rápidamente de mi rostro. Presioné irritado el botón que me comunicaba con mi secretaria, necesitaba saber con urgencia lo que había sucedido con la que, en esos años, era mi novia.

- si, señor Ketchum? – me respondió la voz juvenil y sensual de Vanesa. Anoté mentalmente entre mis tareas que debía despedirla, luego de encontrar a Misty.
- comunícame con la oficina del maestro acuático – le ordené fría e inmediatamente.
- de acuerdo, señor – me contestó la castaña con cierto desánimo, seguramente sabía lo que buscaba. Luego de unos minutos de espera, la voz de una señora de edad avanzada llegó hasta mi auricular.
- si? Oficina de Misty Waterflower? -
- disculpe señora. Soy Ash Ketchum y me gustaría saber si la señorita Waterflower a llegado –
- no señor – me respondió con respeto, al fin y al cabo yo era la cabeza de todos los demás maestros. – desde que llamó en la mañana he intentado localizarla, pero su celular esta apagado y nadie responde en su departamento – claro que el departamento que le concedía la liga, ya que compartíamos uno que nadie conocía. También nuestra relación era desconocida para el público en general, menos para nuestros amigos más cercanos.
- de acuerdo, gracias. Y ya sabe, si se presenta le pediría que me llame de inmediato –
- si señor – estaba a punto de colgar, cuando la voz senil me llamó otra vez – pero señor, ahora que lo recuerdo… esta mañana se presento el maestro eléctrico con el permiso de la señorita Waterflower –
- Richie? –
- si señor –
- Esta bien, gracias por informarme –
- hasta luego Señor Ketchum – y se cortó la comunicación. Ahora sabía a quien podía recurrir.

Tomé mi saco negro y salí de mi oficina con rapidez. Me dirigí de inmediato al elevador y apenas entre, busque el número de piso que correspondía al del famoso maestro eléctrico. Aun no entendía como la relación tan fraterna de amistad con Richie había cambiado a una totalmente opuesta. Tal vez antes éramos dos niños con iguales sueños y que competíamos entre nosotros para lograrlo, pero ahora eso no se comparaba con la enemistad que se había formado con los años, para ser más exacto hace dos años, que era hasta más fuerte que la antipatía que sentía hacia Gary.
Apenas se abrieron las puertas, corrí en dirección a su oficina. Pero me no necesite recorrer muchos metros, ya que mi antiguo amigo estaba saliendo de su oficina en dirección al ascensor, seguramente para comer o, según la hipótesis que mentalmente estaba haciendo, para encontrarse con Misty.

- necesito hablar contigo – le dije fríamente a penas lo vi. Cuando me escuchó y se dio la vuelta para verme, note como su mirada se clavaba en la mía con ira, seguramente ya sabía lo que había ocurrido el día sábado. Llevaba una tenida muy parecida a la mía, por lo que cualquier persona externa podría creer que éramos hermanos. Al fin y al cabo, poco habían cambiado nuestros rasgos semejantes con el tiempo y nuestras alturas se habían desarrollado parejas, sólo que lo sobrepasaba en algunos milímetros.
- dígame señor maestro – me respondió irónicamente, irritándome más de lo que quería.
- dime donde esta – le ordené enseguida con fuerza, casi autoritariamente.
- quién? –
- Misty –
- ah! Misty? Tú linda novia? – me exclamó con fuerza, llamando la atención de las secretarias y las personas que se encontraban cerca. Él sabía perfectamente como me podía afectar un escándalo como ese, sería la venganza perfecta. Me acerque a él a paso decidido y lo tomé del brazo con brusquedad.
- Vamos a tu oficina – le dictamine - ahí estaremos mejor –
- veo que el temerario Ash Ketchum tiene miedo – gritó, ya teníamos sobre nosotros las miradas asombradas y curiosas de la mayoría de los funcionarios del piso. Retiró su brazo de mi agarre con fuerza.
- no olvides tu posición Richie – le dije con un tono bajo, pero imperativo. La mirada de mi oponente era bastante segura, totalmente opuesta a la temerosa que esperaba.
- mi posición?! – exclamo con una pequeña risilla, claramente sarcástico. Yo permanecía inmóvil con mis puños fuertemente cerrados, aguantando las ganas de tirarme sobre él y sacarle a golpes la información que anhelaba. – te refieres a ser dirigido por el mayor imbécil del mundo?!, que se acuesta con la primera secretaria que ve???!!! – me escupió con ira, mientras los murmullos y las exclamaciones rodeaban totalmente el ambiente. Yo me limite a sonreír con seguridad, me había dado el argumento perfecto para darle “gustosamente” una lección. Me acerque a él lentamente, sintiendo como mis uñas se clavaban en la palma de mis manos y la adrenalina corría por mis venas, asegurando un golpe que no olvidaría por lo menos en un mes. Estaba tan concentrado en seguir mis impulsos, que no me percate de la mano cerrada que se acercaba rápidamente a mi mejilla izquierda, cortesía de mi ex gran amigo. Me aleje de él tambaleándome, había olvidado por completo su afición por el boxeo que desde pequeño había demostrado. Me erguí con elegancia mientras una mirada llena de seguridad se apoderaba de mis ojos castaños, una risa suave nació de mis labios. En ese instante, ni siquiera importaba los chillidos suaves de las secretarias, que observaban con horror el show que protagonizábamos.
- ahora si estas acabado Richie – le dije con seguridad, a la vez que limpiaba con la manga de mi blanca camisa una mancha roja de mi rostro, producto de una herida que había provocado el golpe en mi boca.
- estas seguro? – exclamó divertido, mientras tiraba hacia mis pies dos sobres sellados. En uno de ellos reconocí fácilmente la firma de Misty. Alcé mi mirada confusa que, al parecer, Richie reconoció. – es la renuncia de ella y la mía – señalo con seriedad, para luego dibujar una sonrisa victoriosa en su semblante.
- y quien dice que yo lo aceptare?! – pregunte irritado, a la vez que me inclinaba a recoger aquellas cartas.
- es mejor que lo aceptes, porque ella nunca más volverá a estas oficinas – finalizó con gravedad, llevó su saco a su espalda y se dirigió a la salida. Reaccione de inmediato, allí se iba la última esperanza para saber de mi pelirroja.
- donde esta? – le pregunte con voz ronca, mientras tiraba la carta de Richie al suelo y guardaba la de Misty en mi saco; sabía que era un carta de renuncia seguramente escrita en un computador, pero tener su firma cerca – hecha de su puño y letra – era bastante reconfortante.
El estúpido castaño ya estaba delante del ascensor, esperando que este llegara hasta el piso donde nos encontrábamos.
- no tengo porque ni pienso decírtelo – me contesto con frialdad, sin siquiera voltearse para contestarme – si quieres saber tendrás que matarme primero –
- con gusto – exclamé furioso, mientras apretaba mis manos una con otra, haciendo sonar los nudillos. Me acerque rápidamente hacia él, mientras subía mi brazo enérgicamente y apretaba mi mano derecha para golpearlo. Cuando estaba a pocos centímetros de alcanzar su mejilla, algo me detuvo…
- ASH! –

- maldición!! – pensé irritado, culpando cada vez más a mi suerte. Justo en el instante preciso, las puertas del ascensor se habían abierto dejando a la vista la figura majestuosa de Lance… uno de mis tutores. Richie simplemente se alejo de allí y subió al elevador con una sonrisa triunfante… fue la ultima vez que lo vi por cuatro largos años.

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