sábado, 19 de abril de 2008

Mujer Amante | Prólogo I

- Ash? – su suave voz llegó en un susurro, acompañada por el refrescante viento que aliviaba su rostro en aquel tibio día de verano. Se giró para observar a la muchacha que lo había llamado y sonrió al notar su presencia. Llevaba un bello vestido de playa blanco traslucido, que marcaba su cuerpo pequeño donde se dibujaban fugazmente curvas femeninas, las mismas que aun no se desarrollaban en su totalidad. Su cabello, amarrado en una coleta baja, flotaba libre por la fuerza de la brisa marina como el mismo fuego y sus ojos verde azulados reflejaban el resplandor de la luz solar con la misma calidez del mar tropical. Se acercó hacia él con lentitud y timidez, un comportamiento para su amigo algo innecesario.
- vamos Mist! – exclamó el muchacho algo divertido por el actuar de la pelirroja. Este parecía tener catorce años. Llevaba una musculosa blanca y uno short gris que sobrepasaba sus rodillas. Se podía notar levemente su torso delgado pero fornido, gracias a la corriente que hacía ondear su remera igual que el vestido de su amiga. Sus cabellos azabaches eran desordenados aun más por la situación del tiempo y su piel morena recibía un brillo especial gracias a los rayos en mediodía. – Te he visto con ese traje miles de veces – dijo mientras volvía a su posición anterior a la llegada de la chica. Cuando lo hizo, sus ojos almendrados se llenaron de emoción y deseo. Miraba a una chica de unos doce años, que jugaba con su hermano de diez. Su cabello era corto y castaño, mientras que sus ojos tenían tintes azules.
- Ash… yo… necesito hablar contigo - dijo la muchacha con titubeos llamando la atención nuevamente del chico. Parecía muy nerviosa
- Que sucede Mist? – dijo preocupado, a la vez que se levantaba de la arena.
- podemos ir a caminar? – inquirió la chica mientras dirigía su vista al suelo, aumentando el desconcierto del trigueño.
- de acuerdo – respondió en un susurro.

Cuarto día en la playa. El viaje que habían realizado hacia las islas naranjas por motivo de las vacaciones había sido todo un éxito, por lo que seguramente tendrían otra semana de descanso. Y eso le agradaba. Pero no precisamente el descanso, sino la presencia de todas las personas que quería: Su madre, sus amigos, sus pokémon y… ella… La chica que lo atraía fervorosamente. Todo estaba resultando grandioso, salían juntos a la playa y todos los días se quedaban hasta la madrugada simplemente hablando. Pero su viaje perfecto fue interrumpido por aquella acción tan extraña en la pelirroja.
Espero otro rato más, mientras ideaba hipótesis en su cabeza que lograran explicar la situación. Llevaba sus manos en los bolsillos algo incómodo, mientras observaba de vez en cuando a la chica que tenía a su lado. A pesar de tener dos años menos que ella, había sobrepasado su tamaño hace mucho y podía parecer de su edad perfectamente. Volvió a verla, en busca de las respuestas que todavía no llegaban. Misty se detuvo de improvisto, manteniendo su mirada fija en el suelo.
- Ash… - comenzó nerviosa – necesito decirte algo -
- que pasa? – preguntó de inmediato.
- yo… - dijo la muchacha susurrando, a la vez que levantaba su rostro sonrojado – es que tu… tu…-
- yo que? –
- tu… - la chica cerró sus ojos para tomar aire y luego abrirlos con fuerza – que tu me gustas!! –
Y la situación se torno horriblemente incómoda. La verde mirada de la chica se clavó con valentía en la atónita mirada achocolatada. ¿ Y ahora que haría? ¿ Que respondería? … ¿cómo lo haría sin dañar a la chica que lo observaba angustiada? Y ¿ cómo no dañar la amistad que tenía?... que horrible, horrible situación estaba viviendo el trigueño…
- Misty …. Ugh … yo… - dijo el chico mientras escapaba de su mirada y rascaba su mejilla derecha – es que yo… -
- te gusta May – afirmo la muchacha de inmediato, con tristeza – es eso? –
Y sintió que el tiempo se detenía. Observaba a su amiga asombrado, tanto por su valentía como su decidida personalidad. ¿Lo sabía?¿lo sabía y aun así se atrevió a confesar sus sentimientos?...
- ¿ co… cómo lo sabes? – preguntó el trigueño con sorpresa. La chica siguió su caminar lentamente, Ash debió seguirla.
- instinto de mujer – respondió melancólica luego de unos cuantos minutos, su cálida mirada se había tornado fría producto de la conversación. – lo que me duele es que no me lo hayas dicho, me hubieras ahorrado este mal momento –
- Mist… yo… - inició el muchacho frustrado, le hubiera encantado responder a los sentimientos de la pelirroja, pero el corazón no se dirige.
- no te preocupes Ash – respondió interrumpiéndolo sin voltear a verlo – pero te pediría que no lo comentes con nadie –
- claro que no Mist… - susurro este con algo de lástima en su voz, la que pudo notar su amiga – yo se por lo que…-
- gracias Ash… - fue interrumpido por la pelirroja, que tenía su vista clavada en el piso, escondiendo su mirada cristalina. Levantó esta en un momento después, sorprendiendo al chico que estaba a su lado al notarla alegre – bueno, será mejor que me vaya a la cabaña – señaló la muchacha con una sonrisa, en un claro intento de fuga – seguramente tu madre necesita mi ayuda… -
- Misty… - susurro el moreno, mientras observaba a la chica algo deprimido
- nos vemos! – dijo mientras se despedía con una sonrisa y corría en dirección a la cabaña, dejando muy confundido al joven entrenador. Éste se limitó a observarla en silencio, sintiendo como la brisa que antes refrescaba su adolescente rostro, enfriaba cada parte de su cuerpo y producían un nudo en su garganta que demostraba su angustia.

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

Hate me

Maldije ese día lunes como ningún otro. Ya era la una de la tarde y Misty no se presentaba en la oficina como era correspondiente. Lo único positivo que podía recalcar, era que la marca de su golpe se había borrado rápidamente de mi rostro. Presioné irritado el botón que me comunicaba con mi secretaria, necesitaba saber con urgencia lo que había sucedido con la que, en esos años, era mi novia.

- si, señor Ketchum? – me respondió la voz juvenil y sensual de Vanesa. Anoté mentalmente entre mis tareas que debía despedirla, luego de encontrar a Misty.
- comunícame con la oficina del maestro acuático – le ordené fría e inmediatamente.
- de acuerdo, señor – me contestó la castaña con cierto desánimo, seguramente sabía lo que buscaba. Luego de unos minutos de espera, la voz de una señora de edad avanzada llegó hasta mi auricular.
- si? Oficina de Misty Waterflower? -
- disculpe señora. Soy Ash Ketchum y me gustaría saber si la señorita Waterflower a llegado –
- no señor – me respondió con respeto, al fin y al cabo yo era la cabeza de todos los demás maestros. – desde que llamó en la mañana he intentado localizarla, pero su celular esta apagado y nadie responde en su departamento – claro que el departamento que le concedía la liga, ya que compartíamos uno que nadie conocía. También nuestra relación era desconocida para el público en general, menos para nuestros amigos más cercanos.
- de acuerdo, gracias. Y ya sabe, si se presenta le pediría que me llame de inmediato –
- si señor – estaba a punto de colgar, cuando la voz senil me llamó otra vez – pero señor, ahora que lo recuerdo… esta mañana se presento el maestro eléctrico con el permiso de la señorita Waterflower –
- Richie? –
- si señor –
- Esta bien, gracias por informarme –
- hasta luego Señor Ketchum – y se cortó la comunicación. Ahora sabía a quien podía recurrir.

Tomé mi saco negro y salí de mi oficina con rapidez. Me dirigí de inmediato al elevador y apenas entre, busque el número de piso que correspondía al del famoso maestro eléctrico. Aun no entendía como la relación tan fraterna de amistad con Richie había cambiado a una totalmente opuesta. Tal vez antes éramos dos niños con iguales sueños y que competíamos entre nosotros para lograrlo, pero ahora eso no se comparaba con la enemistad que se había formado con los años, para ser más exacto hace dos años, que era hasta más fuerte que la antipatía que sentía hacia Gary.
Apenas se abrieron las puertas, corrí en dirección a su oficina. Pero me no necesite recorrer muchos metros, ya que mi antiguo amigo estaba saliendo de su oficina en dirección al ascensor, seguramente para comer o, según la hipótesis que mentalmente estaba haciendo, para encontrarse con Misty.

- necesito hablar contigo – le dije fríamente a penas lo vi. Cuando me escuchó y se dio la vuelta para verme, note como su mirada se clavaba en la mía con ira, seguramente ya sabía lo que había ocurrido el día sábado. Llevaba una tenida muy parecida a la mía, por lo que cualquier persona externa podría creer que éramos hermanos. Al fin y al cabo, poco habían cambiado nuestros rasgos semejantes con el tiempo y nuestras alturas se habían desarrollado parejas, sólo que lo sobrepasaba en algunos milímetros.
- dígame señor maestro – me respondió irónicamente, irritándome más de lo que quería.
- dime donde esta – le ordené enseguida con fuerza, casi autoritariamente.
- quién? –
- Misty –
- ah! Misty? Tú linda novia? – me exclamó con fuerza, llamando la atención de las secretarias y las personas que se encontraban cerca. Él sabía perfectamente como me podía afectar un escándalo como ese, sería la venganza perfecta. Me acerque a él a paso decidido y lo tomé del brazo con brusquedad.
- Vamos a tu oficina – le dictamine - ahí estaremos mejor –
- veo que el temerario Ash Ketchum tiene miedo – gritó, ya teníamos sobre nosotros las miradas asombradas y curiosas de la mayoría de los funcionarios del piso. Retiró su brazo de mi agarre con fuerza.
- no olvides tu posición Richie – le dije con un tono bajo, pero imperativo. La mirada de mi oponente era bastante segura, totalmente opuesta a la temerosa que esperaba.
- mi posición?! – exclamo con una pequeña risilla, claramente sarcástico. Yo permanecía inmóvil con mis puños fuertemente cerrados, aguantando las ganas de tirarme sobre él y sacarle a golpes la información que anhelaba. – te refieres a ser dirigido por el mayor imbécil del mundo?!, que se acuesta con la primera secretaria que ve???!!! – me escupió con ira, mientras los murmullos y las exclamaciones rodeaban totalmente el ambiente. Yo me limite a sonreír con seguridad, me había dado el argumento perfecto para darle “gustosamente” una lección. Me acerque a él lentamente, sintiendo como mis uñas se clavaban en la palma de mis manos y la adrenalina corría por mis venas, asegurando un golpe que no olvidaría por lo menos en un mes. Estaba tan concentrado en seguir mis impulsos, que no me percate de la mano cerrada que se acercaba rápidamente a mi mejilla izquierda, cortesía de mi ex gran amigo. Me aleje de él tambaleándome, había olvidado por completo su afición por el boxeo que desde pequeño había demostrado. Me erguí con elegancia mientras una mirada llena de seguridad se apoderaba de mis ojos castaños, una risa suave nació de mis labios. En ese instante, ni siquiera importaba los chillidos suaves de las secretarias, que observaban con horror el show que protagonizábamos.
- ahora si estas acabado Richie – le dije con seguridad, a la vez que limpiaba con la manga de mi blanca camisa una mancha roja de mi rostro, producto de una herida que había provocado el golpe en mi boca.
- estas seguro? – exclamó divertido, mientras tiraba hacia mis pies dos sobres sellados. En uno de ellos reconocí fácilmente la firma de Misty. Alcé mi mirada confusa que, al parecer, Richie reconoció. – es la renuncia de ella y la mía – señalo con seriedad, para luego dibujar una sonrisa victoriosa en su semblante.
- y quien dice que yo lo aceptare?! – pregunte irritado, a la vez que me inclinaba a recoger aquellas cartas.
- es mejor que lo aceptes, porque ella nunca más volverá a estas oficinas – finalizó con gravedad, llevó su saco a su espalda y se dirigió a la salida. Reaccione de inmediato, allí se iba la última esperanza para saber de mi pelirroja.
- donde esta? – le pregunte con voz ronca, mientras tiraba la carta de Richie al suelo y guardaba la de Misty en mi saco; sabía que era un carta de renuncia seguramente escrita en un computador, pero tener su firma cerca – hecha de su puño y letra – era bastante reconfortante.
El estúpido castaño ya estaba delante del ascensor, esperando que este llegara hasta el piso donde nos encontrábamos.
- no tengo porque ni pienso decírtelo – me contesto con frialdad, sin siquiera voltearse para contestarme – si quieres saber tendrás que matarme primero –
- con gusto – exclamé furioso, mientras apretaba mis manos una con otra, haciendo sonar los nudillos. Me acerque rápidamente hacia él, mientras subía mi brazo enérgicamente y apretaba mi mano derecha para golpearlo. Cuando estaba a pocos centímetros de alcanzar su mejilla, algo me detuvo…
- ASH! –

- maldición!! – pensé irritado, culpando cada vez más a mi suerte. Justo en el instante preciso, las puertas del ascensor se habían abierto dejando a la vista la figura majestuosa de Lance… uno de mis tutores. Richie simplemente se alejo de allí y subió al elevador con una sonrisa triunfante… fue la ultima vez que lo vi por cuatro largos años.

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My Teacher

El trigueño se giró con una graciosa mueca hacia el lugar del gritó. Allí una linda pelirroja lo observaba con un semblante impregnado de miedo, mientras dirigía el dedo índice de su mano derecha hacia él. Era obvio que se había sorprendido por su presencia en aquel establecimiento. El joven maestro se limitó a observarla con una tierna sonrisa.

- QUE RAYOS HACES TU AQUÍ???????!!!!!!!!!!! – exclamó la chica, para luego dirigirse rápidamente hacia él y acercar su rostro con el fin de intimidarlo. La muchacha estaba tan concentrada que no notó como sus compañeros de electivo la miraban con desaprobación y asombro.
- creo que esa respuesta es mía, señorita – señaló el chico con una mirada segura, mientras alzaba una de sus cejas suavemente. Claro que ese gesto dejo muda a más de alguna alumna, aunque no a aquella atrevida chica. – esta no es clase para una muchacha de primaria -
- QUE??!! DE PRIMARIA??!!! – preguntó la muchacha totalmente sonrojada y sorprendida – el que debería ir en primaria eres tù!!! No se como estas aquí, niñato!!!! – ante el insulto el profesor se limitó a reír, mientras los rostros sorprendidos aparecían en más alumnos.
- vamos Misty… cálmate! – contesto el moreno mientras reía y elevaba sus manos hasta la altura de su cara. La chica permaneció silenciosa al escuchar su nombre, era extraño que ya lo supiera si no se habían presentado formalmente. Aunque en ese instante eso no tenía la mayor importancia.
- para ti WATERFLOWER! – contestó la pelirroja con enfado. La situación fue interrumpida cuando alguien se acercó hacia ella por la espalda. De inmediato un cálido escalofrío la atacó y un conocido perfume masculino la serenó; seguramente Richie estaba detrás suyo y muy cerca…
- no es conveniente para ti Misty – susurró el muchacho en su lóbulo izquierdo. Al sentir la suave respiración, la pelirroja sintió como su corazón aumentaba la rapidez de sus latidos, sus piernas perdían fuerza y sus mejillas se sonrojaban. El chico que tenía enfrente miraba con el entrecejo fruncido aquella situación, algo extrañado y sorprendido. – aquel “niñato”… es tu profesor – y apenas finalizó la frase el castaño, todos las dulces sensaciones desaparecieron por arte de magia en la pelirroja. La mueca de un grito sordo apareció en su semblante y sus mejillas se tornaron moradas mientras dirigía su mirada verdeazulada a dos cálidos ojos almendrados que se reían silenciosamente de ella. El bochorno iba en aumento.
- QUUUUUEEEEEEE????!!!! –
- se entero al fin? – inició su maestro con voz suave y divertida, a la vez que dibujaba una hermosa sonrisa en sus labios. – señorita Waterflower? –
- y… yo… yo lo siento señor – respondió la chica avergonzada y arrepentida, mientras realizaba una pequeña inclinación dejando caer mechones rojos por el costado de su cuello. – en verdad yo no… yo no sabía –
- descuide señorita, aquello es evidente. Aunque le agradezco la diversión que me proporcionó – dijo el joven con sus ojos cerrados y sonriéndole. Evitando que viera la mueca de enfado en la pelirroja y su demostrativo entrecejo fruncido. – puede sentarse –
- gracias señor – respondió la pelinaranja, algo enfadada - entonces sabía?? No me dijo sólo para reírse de mí??!! – pensó.

Luego de unos cinco minutos la clase se inició. El electivo contaba con unos veinte alumnos en total, provenientes de las cinco diferentes clases que existían del mismo grado. Para suerte de la chica con mirada verdeazulada, no había divisado a la molesta y chillona Dawn; por lo que creía que tal vez podría tener más rato a solas con Richie. Una ventaja encontrada en aquel primer día de clases, que había sido el más horroroso de todos los que recordaba.
la clase entera se encontraba sentada en unas bancas ubicadas al costado de una de las canchas de entrenamiento pokémon, algo incómodo pensó la pelirroja para tomar apuntes adecuados.

- bueno clase! Bienvenidos al electivo de entrenamiento pokémon – inició el moreno con una voz grave y energica – para los que aun no me conocen, soy Ash ketchum y seré su maestro en esta clase. Seguramente me encargue también, del ramo común “técnica pokémon” en sus cursos, por lo que nos veremos muy seguido. – aquella frase le produjo escalofrìos involuntarios a Misty. – Primero, deseo comentarles el objetivo que tengo como prioridad para esta clase. Y esta es incrementar sus habilidades como entrenadores en forma práctica. Aquí no necesitaran cuadernos ni lapiceras, sólo una pokébola y su imaginación para realizar los mejores ataques. – un muchacho de cabello verde levanto su brazo, interrumpiéndolo – si? –
- entonces no veremos nada de teoría?? –
- no en este electivo. Todos los ataques y las defensas lo veremos teóricamente en “técnica pokémon”. Aquí sólo nos dedicaremos a realizarlas. Alguna otra pregunta? - al ser el silencio la respuesta, Ash se dirigió a un pequeño bolso que tenía cerca de sus pertenencias y de el sacó veinte pokébolas. Luego explicó a sus alumnos – dentro de cada pokébola hay un pokémon; los veinte son del mismo elemento, de la misma especie y del mismo nivel. Quiero que cada uno tome una pokébola, se ubiquen libremente en parejas y se dispersen por las diez canchas que contamos. Tendrán una batalla, pero les pido que sean suaves para no dañar de gravedad a los pokemon. Empiezen! –

Rápidamente los alumnos se ubicaron y comenzaron con las prácticas. Ash se dedicaba a pasar por parejas para observarlos y corregir algunas de sus fallas, de igual forma le impresiono como muchos alumnos tenían amplia experiencia sobre batallas. En especial una chica de cabellos ondulados y grandes ojos oscuros. Reconoció de inmediato que era parte de su clase, donde era profesor jefe. En el momento la chica ordenaba a su Sandshrew, pokémon que estaba dentro de la pokebola, realizar un increíble golpe directo en su oponente.

- y… gané – celebro con seguridad la castaña, mientras acariciaba sus cabellos con coquetería. Anabel, quien era su pareja miraba con temor el resultado del ataque.
- muy bien Giselle! – exclamó una voz masculina. La chica supo inmediato de quien se trataba.
- me estaba viendo, profesor? – exclamó emocionada la chica, cambiando su aire egocentrista de inmediato.
- si, vi tu ataque… fue muy impresionante – exclamó el moreno, elevando de inmediato el autoestima de la muchacha – pero nunca serás una buena entrenadora si no eres modesta –
- que? – exclamó en voz baja, algo impresionada.
- mira – Ash le indicó hacia el centro de la cancha, donde Anabel había logrado esquivar el ataque y ordenaba a su pokémon dar una embestida.
- pe..pero cómo??!! –
- no seas tan confiada – dijo el trigueño con voz baja, mientras dirigía su mano derecha a una sonrojada Giselle y tocaba con suavidad la punta de su nariz. Luego se dirigió a otra pareja, dejandola muy sonrojada y sorprendida.

Después de analizar a cuatro alumnos más, se dirigió a la última pareja. Allí estaban los dos “enamorados”: Richie y Misty. Al parecer ambos estaban muy concentrados, por lo que no notaron su presencia. El trigueño se limitó a observarlos en silencio, en ese momento Misty atacaba con habilidad al pokemon del castaño.

- Auch Mist! Eso duele!! – exclamó divertido el chico.
- lo siento Rich, pero fue tu culpa elegirme como pareja – dijo la pelirroja con una seguridad increíble – por algo soy la líder de gimnasio de esta ciudad –
- vaya! Parece que cuando combates te trasformas! – dijo el castaño, mientras se reía alegremente.
- deja de molestarme!! – exclamó enfadada la pelirroja, lo que causaba más risa en su pareja.

Mientras tanto el carismático profesor miraba sorprendido a la chica – líder?? de gimnasio? – susurró para sí mismo

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